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Cómo salir de la crisis económica

En los últimos años una nueva preocupación se ha instalado en la mente de los españoles, una preocupación que se alimenta día a día con la tertulias radiofónicas, la prima de riesgo, el IBEX 35 y las declaraciones de algún que otro gurú de las finanzas internacionales. 

Hablamos, naturalmente de la crisis económica, un fenómeno que no sólo amenaza a nuestra economía personal sino que también pone en riesgo de zozobrar al barco en el que hasta ahora habíamos navegado, sin poner en duda su solidez.

Ya no se trata, por tanto, de superar nuestros retos personales, sino que por primera vez en nuestras vidas, hemos tomado conciencia de que nuestro destino está indisolublemente unido al de España y al de Europa. 

Pero el problema que de verdad nos roba el sueño es que tanto España como Europa están sumidas en una tempestad económica de la que nadie está seguro de cómo salir.

Aunque es poco probable que en esta tertulia demos con la solución, no por ello renunciaremos a reflexionar sobre este trascendente tema en la esperanza de encontrar alguna luz que nos indique en qué dirección deberíamos navegar para mantenernos a flote, lejos de los afilados arrecifes del paro y la deuda.
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Yack:

Existen, al menos, tantas teorías sobre el origen de la crisis, sus causas y su solución como españoles pensantes. Y de todas esas teorías, creen una gran mayoría de ellos, la peor de todas es la que maneja el gobierno y sus más altos responsables económicos.

Pero este curioso fenómeno sociológico también se da en el fútbol y a estas alturas nadie se sorprende de que sea precisamente el entrenador de un equipo de fútbol el único que desconoce lo que ha de hacerse para ganar los partidos.

Este síndrome autocomplaciente forma parte inseparable de la condición humana y sírvanos este de excusa para proponer nuestra propia teoría, desde la tranquilidad moral que nos otorga el hecho de saber que no va a ser tenida en cuenta y, menos aún, llevada a la práctica, y que por tanto, podemos equivocarnos sin temor a causar daño alguno. Empecemos pues:

El origen de la crisis

¿De dónde viene la crisis? ¿Cuál es el origen?
Y por último: ¿quién o quiénes son los autores intelectuales de tamaño desaguisado?, si es que pertenecemos al nutrido grupo de los que buscan los orígenes en una insidiosa conspiración urdida por mentes perversas y maquiavélicas.

He aquí nuestra posición de entrada: Una sociedad avanzada, como es España, debe entenderse como un conglomerado hipercomplejo de personas, máquinas y recursos que interaccionan entre sí con el único fin de satisfacer los deseos y las necesidades de sus ciudadanos, hasta donde esto sea posible.

La mayoría de los bienes y servicios que se producen en una sociedad avanzada (digamos un 99%) son generados por las máquinas, y la mayor parte de la energía que mueve esas máquinas proviene del petróleo, el carbón, la energía atómica, los saltos de agua y, en menor cuantía, de otras energías alternativas.

Es decir, que los humanos sólo realizamos aquellas tareas (cada vez menos) que las máquinas aun no saben ejecutar, y en su realización solemos utilizar pequeñas cantidades de energía orgánica (pensar, teclear, rellenar impresos, atornillar, hacer la compra en el supermercado, desplazarnos al lugar del trabajo, etc.).

Y de lo anterior se sigue que la abundancia en la que vivimos (comparándonos con épocas pretecnológicas como la Edad Media o más remotas aún, como el Paleolítico) proviene de la interacción sinérgica entre máquinas, materias primas, energía e inteligencia. 

Entonces, si las materias primas y la energía no se han agotado y las máquinas siguen intactas, ¿dónde reside el problema? ¿qué causa la crisis económica? ¿por qué razón se producen periódicamente crisis en las economías avanzadas?

·      Contrariamente a lo que se suele creer, el origen de la crisis no hay que buscarlo en los políticos corruptos e incompetentes, ni en los codiciosos empresarios y ni siquiera en los malvados especuladores sino, como veremos enseguida, en una ancestral peculiaridad de la psicología humana.

Consideremos en primer lugar el hecho cierto de que la psicología básica de los habitantes del siglo XXI fue configurada y puesta a punto en épocas muy remotas. Épocas en las que no existían máquinas, combustibles ni tecnología avanzada más allá de sencillas herramientas de madera, piedra y hueso. 

En aquellos tiempos, el hombre se veía obligado a usar su fuerza muscular para extraer de la tierra el alimento que a duras penas le permitía sobrevivir, día a día, entre hambruna y hambruna.

En el entorno, escaso en recursos, en el que la especie humana se desarrolló, la norma básica de supervivencia era consumir durante los periodos de abundancia y ahorrar (consumir menos) en las épocas en que se sufría o se barruntaba escasez

Con la invención del dinero y la superación de la economía del trueque, se dio un gran paso hacia adelante para sentar las bases de una economía más próspera, basada en el intercambio rápido y fluido de bienes y servicios. 

Sin embargo, el dinero esconde en su interior una bomba de relojería que se activa cíclicamente, y que constituye la causa fundamental de las crisis financieras y monetarias que azotan periódicamente a las economías capitalistas más avanzadas.

El origen del problema hay que situarlo en el hecho de que cuando percibimos (o creemos percibir) el advenimiento de una época de vacas flacas, reaccionamos acaparando dinero, en lugar de trigo, carne en conserva o frutos secos, como se hacía antaño. 

La razón por la que acumulamos dinero en lugar de comida, hay que buscarla en el hecho de que confundimos el dinero, que sólo es papel, con un auténtico bien, como podría ser el trigo, el aceite o la carne ahumada. 

Pero, insistimos sobre este punto, porque es un concepto crucial para comprender la naturaleza de la crisis: el dinero no es un bien en sí mismo (aunque pueda parecérnoslo) sino una convención social que nos permite intercambiar bienes y servicios reales con mayor fluidez que la que haría posible el viejo sistema de trueque.

¡Atención a lo que sigue! Si en el seno de una sociedad basada en el dinero como medio de intercambio, un grupo mayoritario de ciudadanos presiente la llegada de un periodo de escasez, se activa automáticamente, en sus mentes paleolíticas, el modo "ahorro"

Este hecho crucial significa que, en lugar de continuar gastando su dinero (consumiendo) al mismo ritmo, activan la táctica del ahorro, es decir, de reducción del consumo, con el fin de afrontar la escasez que supuestamente se avecina. 

Y como respuesta inmediata a esta conducta, se produce una reducción del consumo de los bienes y servicios menos necesarios (relojes de oro, joyas, coches de lujo, restaurantes, viajes de placer etc.).

La consecuencia de la reducción masiva del consumo es que el sistema productivo se ve obligado a ralentizar su ritmo para acompasar la producción a la decreciente demanda. Pero la disminución del ritmo de producción tiene un efecto perverso: deja sin salario a muchos trabajadores, debido a que los ingresos de las empresas disminuyen como consecuencia de la política de ahorro de su clientela. Pero esto sólo es el comienzo de la crisis. 

A medida que se incrementa el número de parados, más se reduce el consumo y más aumenta la percepción de inseguridad en la población que aún conserva su empleo, lo que genera una espiral imparable de ahorro y de progresivo estrangulamiento del consumo y de la producción.

El resultado de este proceso circular es la formación de un ciclo de debilitamiento y frenado de la maquinaria económica cuyo efecto más grave es la generación de paro y pobreza. Y eso a pesar de que toda la maquinaria productiva sigue intacta, los trabajadores y los empresarios continúan interesados en incrementar la producción y las materias primas continúan disponibles.

Entonces, el conjunto de la sociedad, incapaz de comprender lo que está ocurriendo, en un intento desesperado de diagnosticar y dar solución a la crisis económica que se agrava día a día, pone en marcha un proceso de caza de brujas y de autos de fe. Se analiza con lupa la conducta de los individuos, de las empresas y de las instituciones públicas en busca de los responsables de la catástrofe. 

Inevitablemente se descubre corrupción, imprevisión, despilfarro y avaricia, e inmediatamente después, se inicia una cruzada contra los responsables y contra las estructuras involucradas.

En no pocos casos, la panoplia de acciones, castigos, persecuciones y reformas urgentes que se ponen en marcha, solo ayudan a desmantelar sistemas que funcionan y a sustituirlos por otros que son fruto de la improvisación y de modelos económicos trasnochados, que pueden agravar aún más la crisis al aumentar el caos, la inseguridad y la inestabilidad del sistema.

Y para empeorar aun más la situación, los medios de comunicación y los blogueros, en su afán de vender más o de aumentar el tráfico en sus tribunas digitales, buscan y publican las peores noticias, las amplifican y las distorsionan tanto como sea necesario para arrojarlas en las fauces insaciables de su clientela sedienta de sangre. Una clientela angustiada e indignada a partes iguales, que busca culpables en los que saciar su sed de venganza, comenzando por los poderosos que han caído a los pies de los caballos.

Es el momento perfecto para un ajuste de cuentas a gran escala que, en no pocos casos, ha degenerado en un baño de sangre multitudinario.

Pero no hay que dejarse seducir por la sugerente idea de que la crisis es responsabilidad de legiones de malvados especuladores y corruptos sin escrúpulos, y que la solución pasa por perseguirlos hasta darles su merecido. Y la razón de ello es que toda esa fauna ha existido siempre, tanto durante las crisis como en las épocas de prosperidad.

La auténtica razón de las crisis económicas en los países avanzados reside, en último término, en el acaparamiento de dinero y en el ahorro generalizado que se desata cuando la población "percibe" una reducción (real o imaginaria) en las expectativas de crecimiento y prosperidad.

Esta reacción en la dirección de reducir el consumo, que podría ser adaptativa en el seno de una economía preindustrial, se vuelve devastadora en una economía avanzada de corte occidental, basada en la producción sostenida de bienes y servicios no esenciales, generados en su mayor parte por máquinas y procesos industriales refinados.

Las economías occidentales son capaces de producir cantidades ingentes de riqueza con la única condición de que los consumidores mantengan o incrementen el ritmo de consumo, dado que el 99% del trabajo productivo lo realizan las máquinas y estas multiplican su capacidad día a día, al ritmo de los avances tecnológicos. 

Y además, y esta es otra clave para entender las crisis, una gran parte de la producción de las economías desarrolladas está dedicada a bienes y servicios completamente prescindibles (móviles de última generación, pantallas planas de alta definición o conciertos de rock) que facilitan una contracción rápida y significativa del consumo al menor signo de alarma. Es decir, los consumidores no reducen la cantidad de pan cuando aumenta la prima de riesgo, pero sí cancelan el viaje de vacaciones o la compra de un televisor inteligente de última generación.

Y si, como hemos visto, la razón última de la crisis económica mundial que estamos padeciendo es el retraimiento global del consumo, cabe preguntarse: ¿por qué se ha producido ese retraimiento?

La respuesta es similar a la que se daría a la pregunta ¿por qué, precisamente hoy, ha tenido lugar el alud de nieve o ha entrado en erupción el volcán?

En algún momento del pasado se produjo un pequeño cambio o un conjunto de pequeños cambios que, por casualidad, se combinaron y llegaron a crear un minúsculo decrecimiento puntual en un sector de la economía de EEUU.  

Esta reducción en las expectativas de crecimiento provocó un retraimiento preventivo del consumo sectorial que, a su vez, disparó algunas alertas macroeconómicas, lo que a su vez alertó a los omniscientes operadores del mercado especulativo que, anticipándose para evitar posibles pérdidas, retiraron inversiones a gran escala y sincronizadamente. 

En razón a la elevada conectividad y a los masivos sistemas de inteligencia artificial involucrados en la toma de decisiones en la economía actual, fuertemente interconectada a través de la Red, la situación se descontroló en muy poco tiempo. La desconfianza en el futuro se extendió como una mancha de aceite a Europa y a todos los países de economías avanzadas, dando lugar a una crisis mundial en toda regla, caracterizada por la reducción brusca del consumo y la consiguiente activación del peligroso ciclo de ahorro-paro.

La solución, desde esta perspectiva, parece obvia: inducir desde los Estados involucrados el cambio de las creencias pesimistas de los ciudadanos para que vuelvan a los niveles de consumo anteriores a la crisis, pero ¿cómo? 

El keynesianismo es una de las fórmulas más recomendadas (que no recomendables) para atajar el problema del estrangulamiento del consumo y de sus nefastas consecuencias.

La estrategia keinesiana prescribe que el Estado genere el monto de actividad económica que la ciudadanía ha reducido como consecuencia de la estrategia de ahorro que ha puesto en marcha. Y para conseguirlo, el Estado ha de seguir el procedimiento de auspiciar y financiar todo tipo de obras públicas tales como carreteras, infraestructuras, contratación de funcionariado innecesario, etc.

El objetivo de esta hiperactividad estatal es el de generar puestos de trabajo, pagar nuevos salarios y confiar en que los ciudadanos que reciben esos salarios incrementen el consumo y ayuden a restablecer el ritmo productivo anterior a la crisis. Sin embargo, esta estrategia no funciona por dos razones:
  • Los bienes y servicios que genera el Estado no son los que los consumidores demandan, por lo que, en realidad, no reactivan el consumo. La razón por la que el Estado no puede generar bienes y servicios demandados por los consumidores es porque si así lo hiciera, robaría puestos de trabajo a las empresas que aún siguen funcionando y en tal caso sólo conseguirían destruir puestos de trabajo en el sector privado que aun sobrevive, sin aportar nada positivo.
  • Los consumidores no volverán al ritmo de consumo anterior a la crisis hasta que vean con sus propios ojos que ha regresado la prosperidad real, es decir, que el futuro se ha vuelto prometedor y que ha llegado la hora de consumir y de arriesgarse a adquirir productos que no son estrictamente necesarios (un nuevo televisor, otro teléfono móvil de última generación, etc.).

    Y para que se produzca ese cambio en la mente de los consumidores, tienen que comprobar, por sí mismos, los signos reales de recuperación. Por ejemplo, que el vecino se compra un coche nuevo y se va de vacaciones, que las tiendas y los restaurantes están a rebosar, que sus hijos encuentran empleo y que nadie habla ya de crisis sino de prosperidad y de curvas de crecimiento generalizado. En pocas palabras, tienen que reconocer el paisaje característico de la prosperidad.
Otras alternativas para solucionar las crisis pasan por liberalizar la economía y dejar que sea el propio mercado quien arregle el desaguisado, pero el inconveniente de esta solución es que puede transcurrir demasiado tiempo hasta que se restablezca la prosperidad. Recordemos que la crisis no acabará hasta que la ciudadanía recupere su confianza en el futuro.

Y llegados aquí, debemos retomar nuestro modesto propósito que era, recordémoslo, sacar de la crisis a nuestro bendito país, España.

Pero comencemos nuestra titánica tarea haciendo un poco de historia para situarnos en el escenario actual. 

Establezcamos, en primer lugar, que la peculiar situación económica de España se explica, en parte, por un hecho nuevo que no había estado presente en crisis anteriores: pertenecemos a un club de países (la CEE) y compartimos con ellos una única moneda (el euro). 

Esto significa que no podemos aplicar las recetas keynesianas que recomiendan a los estados fabricar billetes con los que pagar los salarios de los trabajadores a los que ha contratado para realizar obras públicas innecesarias y de dudosa utilidad.

Recordemos que estos trabajadores "por decreto" no responden a una demanda real de la sociedad, sino que se les encomiendan trabajos que nadie necesita, y por lo tanto, no aportan valor real a la economía del país. Además, la ciudadanía en su conjunto, sigue rehacía a gastar su dinero en cualquier cosa que no sea estrictamente necesaria, aún en el caso de disponer de recursos suficientes.

Y si España no puede fabricar billetes, porque pertenece a la zona euro, el Estado se ve obligado a pedir prestado a otros países para pagar a esos trabajadores que ha contratado con el único fin de reactivar la economía estancada.

Esta fue la fórmula que aplicó Zapatero, y en su empecinamiento keynesiano acabó con las reservas monetarias del país y tras pedir prestado a todos los países europeos, nos endeudó hasta llevarnos a la quiebra y a la insolvencia. 

Cuando el crédito extranjero se agotó, dado que nadie se fiaba de prestarnos más dinero, Zapatero se vio obligado a dar por terminado el experimento keynesiano, pero para entonces habíamos acumulado una deuda gigantesca (que había que pagar con intereses) y un paro como jamás este país había conocido.

El inconveniente (o la suerte) de pertenecer a la CEE, impidió al gobierno poner a trabajar la máquina de fabricar billetes (pesetas) para continuar con el experimento keynesiano. Esta política probablemente nos habría llevado a una inflación descontrolada y a sucesivas devaluaciones de la peseta lo que tal vez nos hubiese conducido a un escenario aun peor del que ahora sufrimos.
Pero esto, como todo lo que no llega a ocurrir, es y seguirá siendo objeto de interminables polémicas teóricas en las que no vamos a detenernos.

Y volviendo a Zapatero, añadiremos que no pudo continuar con su táctica de crear empleo ficticio porque la máquina de fabricar billetes estaba en manos del Banco Europeo y sometida a controles muy estrictos. Y estas restricciones se habían establecido en la CEE para evitar que los países más endeudados, recurrieran al sencillo procedimiento de fabricar más euros para solucionar sus problemas de productividad, siguiendo el modelo keinesiano.
Y esto se comprende fácilmente si recordamos que el euro es la misma moneda en países tan diferentes como Alemania y Grecia. Si Grecia pudiera fabricar euros con la misma facilidad que antes fabricaba dracmas, el efecto de devaluación monetaria también lo sufriría Alemania, que no tiene problemas de productividad, de deuda ni de paro, porque los alemanes apostaron por la solución de trabajar más y mejor en lugar de aplicar las soluciones mágicas de Keynes, como hizo Zapatero jugando a aprendiz de brujo.

Volviendo a la crisis económica que padece España, cabe decir que se centra en dos aspectos fundamentales:
  • Una altísima tasa de paro que deja a muchos españoles sin ingresos suficientes para mantener un ritmo de consumo normal. Esta importante restricción del consumo, incrementa aún más el paro y potencia el temible circulo vicioso de menos consumo-más paro-más incertidumbre-menos consumo.
    Además, los ciudadanos que disponen de recursos, también se sienten inclinados a conservar en lugar seguro esos recursos en espera de mejores tiempos. Un ejemplo esclarecedor de lo dicho anteriormente se manifiesta en el hecho de que casi nadie, aún disponiendo de dinero suficiente para hacerlo, compra viviendas, dado que las expectativas apuntan a que los precios seguirán bajando.
  • Una deuda exterior gigantesca que hay que devolver con intereses y que al día de hoy sigue incrementándose. Esta deuda se ha producido como resultado de pedir préstamos a otros países con la vana ilusión de romper el círculo vicioso paro-ahorro, por el dudoso procedimiento de disparar las inversiones públicas, según el modelo keynes-Zapatero.

    Ahora ya sabemos con certeza que la solución keinesiana puesta en marcha por Zapatero no era buena y que además de haber incrementado el paro en lugar de reducirlo, ha agotado nuestra capacidad de endeudamiento, es decir, que nadie se fía de prestarnos más dinero porque no cree que se lo podamos devolver. Pero aún así, seguimos gastando más de lo que ingresamos, es decir, cada año nuestra deuda y los correspondientes intereses se incrementan aún más.
Y descrito ya el escenario actual de la crisis, consideremos algunas de las medidas que convendría aplicar en España para salir de nuestra particular crisis, aunque somos conscientes de que muchas de estas soluciones no son políticamente viables. 

Y con esto queremos decir, que de aplicarse, las fuerzas políticas y sindicales de izquierda tomarían la calle y extorsionarían al gobierno legitimo mediante sabotaje masivo para que no llevara a cabo estas medidas. Y no por razón de que les parecieran medidas inadecuadas, sino por todo lo contrario, es decir, porque temen que funcionen y eso acabe con sus escasas expectativas políticas, que dependen casi por entero, del nivel de malestar de la población.

Veamos, pues, esas medidas organizadas por temas:

Impuestos

En el imaginario colectivo, los ricos son los ciudadanos que ganan o poseen mucho dinero o bienes tangibles. 

Y dado que no es justo (según el imaginario colectivo) que haya individuos que acaparan cantidades desproporcionadas de la riqueza disponible, mientras otros apenas tienen lo necesario para sobrevivir, parece lógico y obligado, esquilmar continuamente a los ricos para redistribuir, entre los más desfavorecidos, el exceso de riqueza que acaparan.

De acuerdo con este modelo, los impuestos deben grabar a los que más ganan y aquí cabe recordar que el IRPF es un impuesto progresivo, pudiendo llegar a confiscar hasta el 56% del salario, cuando este rebasa los 300.000 euros al año.

Estos impuestos se emplearán en financiar los servicios que el Estado presta gratuitamente a los ciudadanos y en multitud de subvenciones y prestaciones de lo más variopinto que el Estado "estima" que conviene repartir según su propio criterio.

Pero enseguida veremos que este modelo de gestión de la riqueza adolece de graves errores que resultan, a la larga, contraproducentes para los intereses de la ciudadanía en su conjunto.

Consideremos que una sociedad, como sería el caso de España, genera anualmente una riqueza R (bienes y servicios) y que los ciudadanos C1, C2, C3...Cn, consumen esa riqueza en diferentes proporciones.

Provisionalmente, y a efectos de desarrollar la tesis con mayor claridad, llamaremos ricos a los que "consumen" mayor cantidad de bienes y servicios, con independencia de lo que ganen o posean

Además, definiremos "consumir" como destruir (comerse un kilo de caviar o de pan, por ejemplo) o usar (tener diez relojes de lujo en la mesilla de noche para cambiar de look cada día de la semana).

Ahora imaginemos dos ejemplos extremos que nos servirán para ilustrar nuestra tesis:
  • Un excéntrico millonario que posee 100 millones de euros en el banco, gana anualmente 2 millones de euros y, por ser un tacaño compulsivo, sólo consume 6.000 euros al año.
  • Un trabajador de clase media que no posee ningún patrimonio, gana 20.000 euros al año y consume exactamente esos 20.000 euros.
La pregunta que ahora trataremos de responder es: ¿quién de los dos ciudadanos debería pagar más impuestos? ¿Cual de ellos es más rico?

Recordemos que el trabajador de clase media consume 20.000 euros mientras que el supermillonario sólo consume 6.000 euros (tres veces menos).

En este ejemplo se aprecia con claridad que lo que se posee o lo que se gana no afecta al resto de ciudadanos españoles porque estas magnitudes sólo son billetes de papel, asientos contables en bancos, o bienes de producción, como por ejemplo, una fábrica de relojes, que destina su producción al resto de ciudadanos y no a su propietario.

Lo único que debe contar a la hora de redistribuir equitativamente la carga fiscal, ha de ser la cantidad de riqueza (bienes y servicios) que cada cual consume (destruye o acapara para uso propio) de la riqueza generada por el conjunto de la sociedad.

Naturalmente, debe darse un tratamiento diferente a un enfermo que consume un tratamiento médico costoso (algo obligado por las circunstancias) que a alguien que gasta su dinero en un coche de lujo, que representa un despilfarro innecesario que ha de asumir el resto de la sociedad. 

Si en lugar de un coche de lujo adquiriese otro que costase la quinta parte, la sociedad dispondría de esas cuatro quintas partes sobrantes para consumo sin que eso supusiese una diferencia significativa en prestaciones para el propietario-consumidor del automóvil. Tampoco un reloj de oro y diamantes, cuya utilidad es dar la hora, supone una ventaja relevante para el usuario respecto a un reloj de acero o incluso de plástico, 200 veces más económico.

Por otra parte, si esquilmamos a los ciudadanos que ganan más (porque son más productivos y generan más riqueza para la sociedad) estamos dándoles motivos para que trabajen menos, se trasladen a otro país con menos presión fiscal y oculten sus beneficios al fisco.

Si, además, gravamos con impuestos a las empresas en función de los beneficios que obtienen, estamos generando varios problemas graves:
  • Penalizamos a las empresas más competitivas y favorecemos a las menos eficientes, al reducir su carga fiscal.
     
  • Reducimos la competitividad de las empresas más eficientes y con ello lastramos su capacidad exportadora, estimulando con ello las importaciones, lo que provoca un aumento de la deuda externa.
  • Como efecto adicional, venderán menos, reducirán su actividad económica y tendrán que despedir empleados, lo que incrementará el paro.

Todos estos inconvenientes se reducirían o evitarían si se eliminaran los impuestos directos (por lo que se tiene o lo que se gana) y se sustituyeran por los indirectos sobre el consumo.

Y repetimos aquí que estos impuestos indirectos (IVA o similares) estarían tasados en función del nivel de lujo que supusiese cada tipo de recurso o servicio consumido. Por ejemplo, una barra de pan podría ser grabada con un IVA del 5% mientras que un coche de lujo lo sería en un 200%. 

Consideremos un caso diferente: Una vivienda destinada a alquiler no debería generar impuestos para el propietario, sino para el inquilino porque está siendo usada (consumida) por este y no por el propietario. A una segunda vivienda, sin embargo, sí se le impondría un fuerte impuesto, en función de su valor catastral, dado que estamos ante un claro ejemplo de despilfarro al ser usadas dos viviendas por un único propietario, cuando podría dar cobijo a dos familias por el mismo coste social.

La idea clave a tener en cuenta es que sólo se pagarían impuestos por el consumo (destrucción o uso personal de bienes y servicios) y el tipo aplicado estaría en función del grado de despilfarro que supondría en relación con el nivel medio de la economía del país. 

De esta manera, los impuestos al consumo tendrían un efecto disuasorio sobre el gasto suntuario y el despilfarro, que no es otra cosa que gastar los recursos sociales en bienes innecesarios (un collar de diamantes) o más costosos de lo necesario (un reloj de oro).

En resumen, gravemos el consumo en función del lujo que representa e ignoremos los ingresos de los individuos y de las empresas puesto que estos sólo son una medida de la cantidad de riqueza que han generado para el disfrute de la sociedad.

Esta forma de distribuir la carga impositiva atraerá inversión y empresarios, estimulará el trabajo productivo, evitará el fraude, reducirá la deuda y el paro y promocionará una mayor reinversión en los sectores productivos por parte de las empresas.

Adicionalmente, para optimizar el sistema impositivo, convendría grabar con mayores impuestos los artículos y servicios que importamos (electrónica de última generación, por ejemplo) y reducirlos en aquellos otros que se realizan en su totalidad en nuestro país (servicios turísticos, construcción, artesanía, etc.). En buena lógica, consumir productos de importación, supone un despilfarro en una economía con una fuerte deuda con el extranjero. 

En definitiva, de lo que se trata es de potenciar la actividad económica que utilice recursos del país y frenar el consumo de aquella que provenga del extranjero, con objeto de mejorar la balanza de pagos y el paro.

Una última observación: cuando se graba a un ciudadano rico, se suele pensar que se le está privando de parte de su inmensa riqueza y reutilizándola en servicios sociales gratuitos. 

Pensemos que los impuestos directos que pagan los ricos se detrae de sus inversiones en empresas productivas o del dinero que tienen depositado en cuentas bancarias. Pero, no debemos olvidar, que el banco invierte ese dinero en la economía productiva vía préstamos a empresas y particulares y al pagar sus impuestos, el rico reduce el saldo de sus cuentas bancarias y de sus inversiones en economía productiva. 

Es decir, que la recaudación que consigue el Estado a través de impuestos directos no se obtiene por el procedimiento de rebajar el consumo suntuario del rico, sino que se está extrayendo de la economía productiva (generando más paro y menos productividad) e inyectándolos, vía burocracia estatal, en subvenciones y servicios de dudosa utilidad y bajísima productividad.

Trabajo

Como herencia malsana del marxismo y de las diferentes teorías socialistas, la inmensa mayoría de los españoles siguen viendo al empresario como un explotador, egoísta y codicioso que abusa de una pléyade de trabajadores buenos y honestos, de acuerdo con el modelo de la Lucha de clases y de la explotación de la clase trabajadora por parte del empresariado.

Según este modelo, el Estado con la inestimable ayuda de los sindicatos, debe "proteger" a los desvalidos trabajadores para evitar, o al menos limitar, el abuso de poder que los empresarios ejercen sobre los asalariados, desde su posición de fuerza.

En respuesta a este modelo decimonónico tenemos una legislación extensa, compleja y costosa de aplicar que lastra la productividad de las empresas y disuade a muchos emprendedores de iniciar o continuar con su proyecto empresarial de creación de riqueza.

Un análisis objetivo de la realidad económica, definiría al empresario como alguien que tiene la visión necesaria para descubrir oportunidades de crear riqueza y la capacidad para poner su proyecto en marcha venciendo todas las fuerzas y dificultades que se oponen a su éxito, empezando por la competencia y terminando por la legislación laboral.

Idealmente, el mercado del trabajo debería ser tan libre como el de los tomates o el de las aspiradoras. El trabajador ofrece en el marcado laboral su trabajo, sus conocimientos y su tiempo, y el empresario acude al mercado para adquirir ese servicio laboral, pagándolo al precio de mercado, es decir, acordando libremente con el trabajador unas condiciones de intercambio libremente propuestas y aceptadas por ambas partes tras un proceso de negociación.

En un mercado libre de trabajo, los salarios aumentarán cuando crezca la demanda de trabajo y bajarán cuando la oferta se reduce, de igual manera que los tomates suben de precio cuando aumenta el diferencial demanda- oferta y bajan cuando se reduce, al margen de que el productor pierda o gane dinero en su negocio de explotación agrícola.

Si se aplicaran al mercado de los tomates los mismos principios que rigen el mercado laboral, cuando hubiese un exceso de tomates, en lugar de bajar los precios, el Estado obligaría a mantener el precio y el resultado sería que gran parte de la cosecha se pudriría en los estantes (el equivalente del paro).

Volviendo al mercado laboral, si un empresario no ofrece buenas condiciones a sus trabajadores, estos se irían a otra empresa de la competencia que les ofreciera contratos más ventajosos. Para evitarlo, los empresarios que ofrecen los salarios más bajos, se verían obligados a subirlos. Es lo mismo que ocurre de manera pública y notoria con el salario de los jugadores de fútbol en relación con los clubes.

Por otro lado si el trabajador no realiza bien su trabajo, el empresario lo sustituye por otro más eficiente, y como resultado de este proceso, se conseguiría que los buenos trabajadores reemplazaran a los más ineficientes y con ello se incrementaría la productividad, lo que aumentaría la generación de riqueza y la exportación, con el consiguiente incremento de los puestos de trabajo y la reducción de la deuda.

Y este simple mecanismo de despido libre, tiene el efecto benéfico de que los trabajadores despedidos se dirijan hacia los sectores económicos en expansión, que es donde existe mayor demanda, y abandonen aquellos otros en declive, en lugar de luchar por la conservación a toda costa de sus obsoletos puestos de trabajo. 

También motivaría a los trabajadores a formarse mejor para desempeñar aquellos trabajos donde existe más demanda en lugar de atribuir la culpa de sus males al Estado o a los empresarios.

Si dejáramos que los salarios se estableciesen libremente, habría trabajo para todos, aunque se cobrara menos. Pero si los salarios disminuyen, los bienes y servicios que generan las empresas serían más baratos, lo que facilitaría la exportación y se reduciría la deuda que pesa sobre la economía española. 

También a los propios españoles les sería más fácil adquirirlos, lo que compensaría en buena la reducción del salario, contando además con que el Estado tendría que pagar menos desempleo y, por tanto, podría reducir la presión impositiva sobre los ciudadanos que aun conservan su empleo.

Por el contrario, mantener salarios artificialmente altos mediante huelgas, extorsión sindical y leyes para regular el mercado, sólo genera paro, nos resta competitividad y lo único que se consigue es que sólo una parte de la población pueda trabajar. Además este afortunado sector tendrá que mantener con su esfuerzo a la legión de parados que no encuentran trabajo por razón de esa legislación "protectora". 

La mejor protección para un trabajador es un mercado libre en el que pueda encontrar y elegir trabajos, entre una amplia oferta, que se adapten a su capacidad y vocación.

En el supuesto de que hubiese una grave crisis económica y se generase paro coyuntural, pese a la liberación total del mercado laboral, el Estado prestaría a los parados una cantidad razonable para subsistir hasta que encontrasen un nuevo trabajo, momento en el cual comenzarían estos a devolver lo recibido en forma de una pequeña cuota que no incidiera significativamente sobre su economía doméstica. 

De esta forma, se acabaría con todo el fraude que envuelve al subsidio de desempleo y dejaría de ser un incentivo para que el trabajador rechace las ofertas de trabajo mientras disfruta de la prestación por desempleo, como ahora ocurre en un alto porcentaje de casos. En la actualidad muchos trabajadores se toman el paro como unas larguísimas vacaciones pagadas o como un suplemento a lo que ganan en la economía sumergida.

Y en cuanto a los sindicatos, cuya función es extorsionar a los empresarios, al gobierno y a la ciudadanía, so capa de defender a los trabajadores, habría que retirarle todo tipo de privilegios y subvenciones, dejándolos subsistir con el dinero de sus afiliados.

Por otra parte habría que promulgar una ley de huelga que acabara con la patente de corso con la que los sindicatos violan la ley, amenazan y extorsionan a los trabajadores, a los empresarios, a la ciudadanía y al Estado, investidos de una impunidad sacrosanta sustentada en el falso paradigma de que ellos están de parte de los trabajadores en la sempiterna Lucha de clases, según reza la desacreditada teoría marxista.

Adicionalmente, desde el Estado debe alentarse, a través de la legislación y de la estructura impositiva, los trabajos que cumplan estas condiciones:
  • Realizados por españoles, porque dar trabajo a inmigrantes no soluciona el problema del paro en España, sino que lo agrava, y además buena parte del salario que perciben los inmigrantes lo envían a los países de origen, impidiendo así que revierta en el bienestar de los españoles.
     
  • Que utilicen materias primas, tecnologías y conocimientos que están disponibles en nuestro país. Evidentemente no es igual de productivo para España vender un automóvil de importación, aunque se creen puestos de trabajo en el concesionario de la marca, que si el automóvil está diseñado y fabricado íntegramente en España. Para conseguir este objetivo, sería buena política reducir el IVA de aquellos productos en los que España es productor destacado e incrementarlos en los que somos importadores netos.
También la rebaja sustancial de impuestos a la empresa repercutiría en hacer más competitivos los productos españoles en relación con sus alternativas importadas.

Educación

La educación de la ciudadanía constituye uno de los aspectos más importantes y a un tiempo más descuidados e ineficientes en España. Nuestra sugerencia es que la educación debería replantearse desde los siguientes postulados:
  • Sólo debe enseñarse en la educación básica lo que resulta útil para la vida cotidiana, puesto que lo que no cumple esa condición, resulta difícil de aprender y se olvida a los pocas semanas o meses de haberlo aprendido. ¿quien recuerda la regla de Ruffini o las leyes de Kirchhoff?
  • Enseñar a los alumnos a comportarse socialmente, a dialogar y a expresarse con claridad y eficacia tanto en lenguaje hablado como escrito. Aprender bien el idioma español y el inglés y dejar a la iniciativa y financiación de los padres el aprendizaje de otros idiomas autóctonos o extranjeros de poca o nula utilidad.
  • En la formación profesional, el Estado debe proveer sólo las plazas que el mercado demande, tanto en carreras universitarias como en maestrías y oficios. Para seleccionar a los candidatos que optarán a ocupar las plazas disponibles, además del historial académico, deberían efectuarse exámenes de actitud y aptitud, a fin de evitar la entrada en la universidad y en la formación profesional de malos estudiantes sin motivación y sin talento, condenados al fracaso. Como alternativa a este modelo público, estarían las universidades privadas en las que los alumnos tendrían que pagar íntegramente el costo de la educación si bien podrían elegir la profesión que prefiriesen.
  • Erradicación total de la religión en las escuelas y centros de enseñanza financiados por el Estado, ya que todas las religiones representan un modelo falso de la realidad y los centros públicos sólo deben enseñar conocimientos ciertos y comprobados.
    La religión quedaría restringida al ámbito privado y su enseñanza, financiada íntegramente por los padres, aunque supervisada y controlada por el Estado para evitar sesgos ideológicos que atenten contra la constitución española y los derechos humanos.
     
  • Proporcionar a los alumnos un modelo sencillo pero profundo de la realidad en la que viven, facilitándoles el conocimiento y uso práctico de técnicas efectivas para indagar, valorar, discriminar lo falso de lo cierto, identificar el fraude, juzgar y calificar artículos de opinión, evaluar la fiabilidad de la información, etc.
  • Disponer de textos y material didáctico, idénticos para todos los alumnos españoles sin distinción de localidades ni regiones, así como de un programa sincronizado en todos los centros de enseñanza para facilitar a los alumnos el cambio de centro.
    Por otra parte, al exigir un temario específico y común en toda España, se acabaría con la arbitrariedad de profesores que imparten sus propias teorías y creencias, en muchos casos, demenciales. Lo ideal sería que este programa general se basase en las directrices de la CEE para evitar que cada nuevo partido que accede al poder cambiase los contenidos para adaptarlo a su ideología política y a sus intereses particulares.
  • Revalida oficial para todas las titulaciones. Así, aunque existiesen muchas universidades, institutos o escuelas privadas, sólo se obtendría el título oficial si se superan unas pruebas de reválida gestionadas por un cuerpo independiente de Examinadores del Estado. De esta manera se evitaría el fraude que tiene lugar cuando estas empresas de enseñanza privada emiten titulaciones fáciles de conseguir. Esta política genera una ciudadania mal preparada que no puede desenvolverse en un mercado internacional más competitivo y cualificado.
     
  • Prácticas reales en empresas, combinadas con los estudios académicos para obtener profesionales cualificados y con experiencia real que puedan incorporarse inmediatamente a sus puestos de trabajo.
Empresa

El Estado graba a las empresas con diferentes tipos de impuestos y gravámenes al tiempo que les concede toda clase de subvenciones, reducciones, incentivos y ayudas condicionadas a múltiples factores arbitrarios. 

Esta permanente tentación del Estado por asumir el papel de un ser omnisciente y sabio, sólo contribuye a distorsionar gravemente el proceso productivo, haciéndolo más costoso y menos eficiente y competitivo.

Al subvencionar a una empresa, ya sea para que ponga en marcha programas de investigación, para que renueve la maquinaria, para que contrate a más empleados, para que adquiera vehículos de empresa o para que sus directivos asistan a simposios en un país remoto, sólo se consigue que el empresario modifique su estrategia empresarial para obtener más subvenciones y pagar menos impuestos. 

El único objetivo de todo empresario debería ser el de concentrar toda su atención en producir más bienes o servicios con menos, es decir, aumentar la productividad de su empresa.

Por otra parte, se carga sobre las empresas elevados costes relacionados con sus empleados, como por ejemplo, el pago de una parte de la seguridad social, enfermedad, embarazos, así como fuertes indemnizaciones en caso de despido, además de aumentos automáticos de salario recogidos en los convenios laborales. Recordemos que los convenios laborales son obtenidos mediante extorsión y amenaza sindical amparada por la ley.

El resultado de estas imposiciones arbitrarias es que el empresario ve reducida su capacidad para optimizar el funcionamiento de su empresa, al no tener libertad para renovar la plantilla en función de la capacidad y actitud de cada trabajador. 

Otra consecuencia grave de esta política intervencionista es que el empresario se vuelve reacio a contratar a más personal desde el momento en que le resultará difícil y costoso despedirlo si así lo aconsejaran las circunstancias. 

Esta situación da lugar a un fraude generalizado, a acuerdos secretos entre empresarios y trabajadores, a despidos amañados y a múltiples figuras delictivas que no se darían si el Estado dejara de intervenir en las relaciones laborales y confiara en el libre juego de las leyes de mercado.

Entonces, y según esto, la solución que volvería más competitivas las empresas españolas, propiciando así la exportación (reducción de la deuda y del paro) y el consumo interno (menos paro), pasaría, idealmente, por eliminar todas las ayudas a la empresa y, al mismo tiempo, todos los impuestos y gravámenes que pesan sobre ella.

En resumen, las empresas deberían tener libertad para contratar y despedir a sus trabajadores libremente, sin indemnizaciones y a establecer libremente los salarios, con la única obligación de cumplir las cláusulas que se hubieran suscrito libremente entre las partes en el momento de la firma del contrato. 

Es lo que ocurre, por ejemplo, en el mercado de futbolistas, un mercado transparente a la curiosidad de la ciudadanía, que se rige por este tipo de contrato libre, sin condicionantes legales.

Con este modelo de contratación, las empresas se quedarían con los trabajadores más productivos (como ocurre en los equipos de fútbol) y los salarios se establecerían en función de la demanda y de la productividad en cada sector. 

En aquellos sectores productivos dónde se requiriesen más trabajadores el salario subiría y en aquellos en los que sobrasen, bajaría, que es la forma en la que el mercado regula y distribuye automáticamente los recursos para optimizar el rendimiento del conjunto de la economía.

Con esta política, disfrutaríamos de pleno empleo y de una mayor volatilidad laboral, lo que facilitaría que cada trabajador encontrase el mejor de los trabajos posibles en función de sus deseos, facultades, motivación y ubicación geográfica y a resultas de ello, disfrutase de una mayor satisfacción personal y de mejores emolumentos.

En cuanto a los ingresos que el Estado obtiene grabando la actividad empresarial, se compensarían al retirar las múltiples subvenciones a las empresas y al eliminar la costosa maquinaria burocrática que se emplea en inspeccionar, juzgar y castigar a los empresarios que caen en la tentación de defraudar al Estado. 

El déficit que pudiese producirse en la recaudación neta, se cubriría con el incremento de la recaudación por impuestos indirectos sobre el consumo.

Autonomías

Las autonomías surgieron en la España democrática para satisfacer las exigencias de políticos separatistas (principalmente catalanes y vascos) pensando, ingenuamente, que así se integrarían en el nuevo régimen constitucional y le darían mayor legitimidad.

Transcurridas varias décadas, hemos podido constatar que esta estrategia no sólo no alcanzó el objetivo de legitimar la Constitución a los ojos del separatismo, sino que ha supuesto un inmenso costo para todo el país, en ineficiencia, abusos, injusticia, corrupción y despilfarro.

Adicionalmente se ha inducido un enfrentamiento entre los ciudadanos españoles como consecuencia de organizarlos en supertribus autonómicas con identidad e intereses propios que odian, envidian y desprecian al resto de comunidades. 

Y lo peor es que se trata de una tendencia que crece día a día y necesariamente nos lleva hacia una disgregación explosiva que menaza con convertir a España en un grupo de estados minúsculos en conflicto permanente.

La solución obvia para este problema pasa por frenar y dar marcha atrás al proceso autonómico-separatista, mediante una legislación inteligente y sin complejos, formalizando pactos de estado entre las fuerzas políticas hegemónicas no separatistas y retirando progresivamente las competencias que por imprevisión e irresponsabilidad se les cedieron a las autonomías.

Sólo haciéndolo así, España podría recuperar la paz social y acabar con el chantaje permanente de políticos que trabajan para perjudicar a un país que odian por el simple hecho de que se opone a sus alucinaciones separatistas.

Es una tarea difícil que requerirá años pero que convendría iniciar ya, comenzando por la recuperación para el Estado central de la competencia educativa con el fin de eliminar el sesgo separatista que se introduce en las mentes vulnerables de los escolares hasta convertirlos en nacionalistas irreductibles.

El desmantelamiento progresivo de las autonomías reduciría el peso insoportable de un funcionariado sobredimensionado, redundante, con escasa o nula utilidad y poco eficiente, aliviando el gasto desaforado del Estado. 

Al mismo tiempo se transferirían trabajadores desde áreas redundantes e innecesarias de la administración pública a la economía productiva, reduciendo así el déficit público y haciendo más competitivo al conjunto del país.

Inmigración

En primer lugar, cabe señalar que existen tres tipos de inmigrantes: 
  • Los inmigrantes legales que son ciudadanos de los países de la CEE.
     
  • Los ciudadanos que proviniendo de países no comunitarios entran en España legalmente.
     
  • Aquellos otros a los que llamaremos "ilegales" que han entrado ilegalmente en España o bajo el subterfugio de una estancia transitoria para hacer turismo y se han quedado definitivamente, incumpliendo fraudulentamente su compromiso.

El fenómeno de la inmigración crea problemas a medio y largo plazo en la medida que los inmigrantes vienen acompañados por proyectos e intereses que no siempre son compatibles con los intereses y creencias de los españoles.

Los inmigrantes europeos, por razón de convenios con la CEE tienen derecho a establecerse y trabajar en nuestro país, aunque eso no signifique que haya que aceptarlos si no tienen un trabajo o una fuente de ingresos legal con la que puedan mantenerse. En muchos casos vemos a ciudadanos de países comunitarios dedicados a la mendicidad o a actividades ilegales cuando no delictivas.

Los únicos inmigrantes no europeos que cabria aceptar son aquellos que procedan de una cultura compatible con la nuestra (hispanoamericanos, por ejemplo), que sean jóvenes, disfruten de buena salud, no traigan familia con ellos, sean buenos profesionales en la especialidad que se demanda, y su estancia sea transitoria, hasta que cumplan el contrato que los ha traído aquí.

Todo extranjero que esté en situación ilegal en España debería ser devuelto a su país de origen, sin excepción alguna, porque sólo así se conseguirá que España deje de ser un destino preferente para las mafias que controlan el tráfico ilegal de seres humanos.

Es fácil comprender que cuanto mejor trato se dispense a los inmigrantes ilegales, más se incrementará su número y que, en la medida en que se obstaculice la legalización de los inmigrantes ilegales, antes se acabará con la lacra de la inmigración ilegal.

Por supuesto, cualquier inmigrante, legal o ilegal, que cometa alguna infracción de la legislación española debe ser expulsado inmediatamente, después de cumplir la condena a que hubiera lugar. De esta forma se frenaría la entrada masiva de delincuentes internacionales que se afincan en España pese a su largo historial delictivo, atraídos por la permisividad de nuestra legislación.

No tiene sentido alguno aceptar trabajadores extranjeros teniendo aquí millones de españoles en paro. Por otra parte, en no pocas ocasiones, los parados que cobran subsidio de desempleo se niegan a trabajar, y se hace necesario ceder a trabajadores extranjeros los escasos puestos de trabajo disponibles.

Para evitar esta situación absurda habría que convertir el subsidio de paro en un préstamo a devolver y sustituir plazas universitarias sin salida laboral por plazas de aprendizaje de oficios y maestrías que se adapten a las necesidades del mercado laboral actual y futuro. 

El hecho de contar con más universitarios de los que la economía puede absorber, se convierte en un problema desde el momento en que muchos de estos universitarios frustrados se niegan a ocupar puestos laborales que ellos consideran de menor categoría. 

Sin embargo, el hecho cierto es que al existir más títulos universitarios de los que la economía demanda, estos carecen de valor real más allá de las ilusiones de sus titulares.

La solución obvia es que las universidades públicas sólo ofrezcan el número de plazas que la economía demanda, desviando al resto de aspirantes hacia plazas de formación no universitaria en los distintos oficios y maestrías que requiere y demanda la economía del país.

Vivienda y construcción

Una de las teorías más difundidas y afincadas entre los españoles, tanto en políticos, economistas y ciudadanos de a pie, es la de que somos víctimas de la explosión de una superburbuja inmobiliaria, que se originó por la codicia desmedida de los especuladores.

En realidad, la auténtica historia de lo que aconteció con el próspero negocio inmobiliario fue que en Estados Unidos se inició una crisis financiera (falta de confianza en el futuro) que se contagió rápidamente a todos los países avanzados del planeta. 

Como consecuencia de este contagio, el entramado económico de cada país se ha visto afectado en función de sus características y circunstancias particulares.

En España, de no haber aparecido la supercrisis financiera mundial, el precio de la vivienda se habría estabilizado durante un periodo de tiempo y después hubiese vuelto a experimentar nuevas subidas como ha venido sucediendo desde hace muchos lustros, en respuesta a las fluctuaciones de la oferta y la demanda.

Sin embargo, en esta ocasión, la aparición de una supercrisis mundial, provocó una brusca caída en la demanda de compras y alquileres de viviendas por parte de los ciudadanos europeos, que inició una caída lenta de precios. 

Esta caída de precios frenó en seco la adquisición de nueva vivienda en España e incentivó la caída de precios en las viviendas que ya estaban a la venta, como consecuencia de la lógica prevención de los compradores ante la perspectiva de un mercado a la baja. 

Adicionalmente, el aumento brusco del paro hizo que muchas hipotecas dejaran de pagarse y se sacaran a subasta un considerable número de nuevas viviendas que saturaron aún más la oferta.

Todos estos procesos concurrentes que se reforzaban mutuamente, en el seno de una supercrisis mundial, tuvo el efecto inimaginable de dar la vuelta a la evolución del precio de la vivienda provocando, por primera vez en la historia, una descenso continuado y sostenido durante varios años.

Las previsiones especulativas de los potenciales compradores de viviendas, que antes de la crisis se concretaba en la creencia de que comprar viviendas era una manera segura de obtener grandes beneficios, se transmutó en su contraria, es decir, en que la compra de una vivienda era sinónimo de pérdidas millonarias.

En pocos meses, los españoles sustituyeron su inamovible creencia de que la inversión en ladrillo era la más segura y rentable, por la de que ésta era la más arriesgada y ruinosa. 

Y esta nueva creencia, no cambiaría hasta que se invirtiera la tendencia bajista de los precios, lo que creaba un círculo vicioso que se retroalimentaba sin que nadie supiera cuando se iba a detener.

Pero, aclarada la naturaleza de la crisis del ladrillo, nos queda por averiguar cómo salir de este bucle infinito que está devorando a nuestra economía y despojando a muchas familias de sus viviendas. Viviendas que pasan a engrosar el stock de pisos vacíos, que arruinan a los bancos y pone contra las cuerdas a la economía del país, además de ser una de las causas más importantes del paro, dada la importancia del sector económico vinculado a la construcción.

La clave para salir de esta situación pasa por conseguir, cuanto antes, que el precio de la vivienda toque fondo, momento en el cual, los potenciales compradores de viviendas tomarán la decisión de comprar. Los nuevos compradores estarán constituidos por aquellos que desean adquirir la vivienda para formar una familia o para independizarse de sus padre o de su pareja y también por los que buscan una inversión segura y rentable para sus ahorros. 

Todos ellos se lanzarán al mercado para posicionarse ventajosamente al comienzo de una subida histórica que sin duda se producirá con fuerza después de una caída tan drástica y prolongada como la que ha experimentado el precio de la vivienda en España.

Para propiciar la llegada de esta situación de cambio de signo y así reactivar el mercado inmobiliario, y con ello abrir una vía formidable de creación de riqueza en nuestro país, habría que aplicar las siguientes normas:
  • Reducir la construcción de nuevas viviendas por todos los medios posibles. Este objetivo se podría alcanzar, por ejemplo, dificultando la concesión de nuevas licencias e imponiendo fuertes tasas e impuestos a la construcción de vivienda nueva. La razón de esta política restrictiva está en el hecho de que cuanto antes se agote el stock de viviendas vacías, antes se iniciará la subida de precios. La construcción de vivienda nueva en la actual situación sólo ayuda a retrasar la llegada del cambio de tendencia hacia el alza en la actual evolución de los precios.
     
  • Sacar a la venta, como vivienda social protegida, los stock de viviendas a cargo de los bancos y de las constructoras, con el fin de acabar con las existencias de viviendas vacías, que son las que impiden que el precio toque fondo.
  • Derruir edificios de viviendas en mal estado y trasladar a los inquilinos a bloques de viviendas desocupadas. Con esta estrategia reducimos el stock de viviendas, saneamos el parque inmobiliario y creamos puestos de trabajo en el sector de la construcción.
     
  • Realizar inversiones en infraestructuras, embellecimiento y restauración de zonas turísticas para atraer e incrementar la llegada de turistas. Esta estrategia atrae más divisas y euros hacia el país, reduce el déficit, y crea puestos de trabajo con personal y materias primas autóctonas.
En resumen, cuando se acabe con el stock de viviendas, se iniciará una fuerte y sostenida subida de precios, que reactivará la economía, reducirá el paro, atraerá capital foráneo y nos ayudará a salir con fuerza de la crisis.

Y llegados aquí, y aun a sabiendas de que el análisis ha sido somero e incompleto, tenemos que dar por terminada esta receta apresurada en la esperanza de que, si no le convence, al menos invite al lector a elaborar o enriquecer su propia teoría sobre la crisis. 

50 comentarios:

  1. Sí que es una mega-entrada. Lo cierto es que no había recibido el aviso de ella, y aunque periódicamente miraba tus entradas me fiaba de recibir los avisos.
    A ver si puedo contestarte coherentemente a todo lo que describes y propones.
    En primer lugar, no estoy muy de acuerdo con ese antiguo modelo monetarista (creo que son concepciones de Ricardo si mal no recuerdo, a los que Keynes dio la solución del gasto del Estado). Creo que la causa directa de la crisis se encuentra en vivir por debajo o por encima de las posibilidades. Resulta que muchos países de Occidente están fuertemente endeudados, empezando por EEUU, Francia, Reino Unido, España, Italia, Grecia, Irlanda, Portugal, es decir, vivían por encima de sus posibilidades -- y lo malo es que una vez habituados a los derechos sin deberes, dar marcha atrás resulta hartamente traumático--, aunque algunos otros como Alemania, Noruega, Holanda, se habían ajustado a gastar solo lo que tenían. (Aunque en España la deuda del Estado era del 60% del PIB con Zapatero, la cantidad que debía España a través de créditos a los bancos para que estos lo dieran a los inversores en vivienda sobrepasaba el 400% del PIB). Otros países como China, Brasil, Méjico, Malasia e Indonesia, sobre todo el primero, vivían por debajo de sus posibilidades, lo cual les ha permitido poseer casi el 30% de los fondos de capital que circulan por el mundo. Japón es un caso extraño, pues aunque su deuda es grande, la tiene el Estado con los propios prestamistas japoneses, es decir, no se debe al exterior, al contrario, un 25 % de los fondos de capital que circulan por el mundo son japoneses.
    Así que el vivir por encima de las posibilidades no podía seguir manteníendose y la austeridad en el gasto era precisa. Este es uno de los motivos de la crisis, pero no creo que ni siquiera sea el principal.
    Otro motivo, y este sí que creo que es esencial, es el de la Globalización. China está produciendo casi el 90% de lo manofacturado en el mundo con bajísimos salarios. Con lo cual, los países del sur de Europa han perdido millones de puestos de trabajo. Nadie quiere trabajar en estos países con bajos salarios (esa inercia que lleva la acaparación de derechos es desastrosa. Hace 15 días se ofrecieron 15.000 puestos en Aragón para la recogida de la fruta, se ofrecieron a trabajar 200 personas de España, hubo que traer a rumanos y marroquíes). Como sucedió al poco de la Revolución Industrial que los trabajadores rompían las máquinas por pensar que les hacían la competencia en el puesto de trabajo, ahora se precisa de una readaptación de salarios, de flujos de emigración, de proteccionismo, de surgimiento de nuevos tipos de trabajo, que será traumática y que durará seguramente décadas, pero que no es asunto solo del mercado de capitales, sino del mercado de trabajo, de la inercia de derechos en unos y del flujo emigratorio en otros.

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    1. Como ya dije al principio del post, existen tantas teorías sobre la crisis como españoles pensantes, y naturalmente también tú tienes la tuya propia. Otra cosa me hubiese decepcionado.

      Contestando a tu comentario, diría que no parece que un estado (vivir endeudado) pueda ser causa de una crisis porque en ese estado vivimos todos los españoles con hipotecas y siempre ha ocurrido así. También muchos estados están endeudados y eso no ha sido obstáculo para el largo periodo de prosperidad que ha precedido a la crisis.

      Lo que creo que ocurrió cuando se inició la crisis, fue que tanto las empresas como el Estado se superendeudaron en un afán de capear el temporal, pero como el temporal no amainaba, muchos se hundieron ahogados por una deuda que no podían devolver.

      La explicación que considera a China el desencadenante del problema no me convence porque la crisis se produjo bruscamente (en EEUU), y China ya estaba en la pomada desde hacia muchos años, sin estorbar al crecimiento de las economías occidentales.

      Lo paradójico de la crisis, y que he intentado explicar, es que cuando se aplica la estrategia del ahorro, se frena la maquinaria productiva. ¿Tiene sentido frenar la creación de riqueza (máquinas) y mandar al paro a millones de trabajadores, para salir de una crisis económica?

      Creo un hecho incuestionable que cualquier política eficaz para salir de la crisis en España pasaría por el pleno empleo, a fin de mantener la maquinaria productiva a pleno rendimiento, si bien los salarios podrían bajar y subir los impuestos indirectos para frenar el consumo suntuario que en buena parte procede del extranjero.

      Respecto a la última parte de tu análisis, coincido contigo en que los derechos sólo son el producto de la abundancia. Por tanto, no se pueden mantener los derechos vigentes en la época de abundancia durante las épocas de vacas flacas, porque en tal caso, dificultaría aún más la salida de la crisis,.

      Saludos.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la solución Keynesiana es una trampa, pues aunque la izquierda le ha venerado, EEUU no salió de la crisis del 29 hasta después de la 2ª Guerra Mundial, cuando todo había de ser construido de nuevo. Por cierto, en Irlanda, que es el país rescatado que más rápidamente está saliendo de la crisis, se han derruido gran parte de los pisos no vendidos.
    En cuanto a la crisis, también hay que tener en cuenta la laboriosidad y la moral de la población. En Inglaterra, Escocia, Holanda, Suiza, aún pervive en cuanto al trabajo la ética calvinista que propugnó Adam Smith. En Noruega, Finlandia, Suecia y parte de Alemania, la ética luterana del trabajo. Fíjate cómo apenas les ha afectado la crisis. En Irlanda, España, Portugal, Italia, la ética del catolicismo (en Grecia la ortodoxa, que viene a ser lo mismo). Fíjate cómo están estos países y el caos social que impera en ellos.
    Estoy muy de acuerdo con el régimen fiscal que propugnas, pero con un control muy fuerte sobre los fraudes.
    No estoy totalmente de acuerdo con el mercado de trabajo correspondiente al libre mercado porque tampoco se cumple en lo relativo a las empresas, que ejercen monopolios encubiertos, que forman cárteles, que se aprovehcan de subvenciones, que no escogen por capacidades etc. En todo caso, el trabajador debe de gozar de una cierta protección contra el paro. Cierto es que esa protección se debe regular para que no sea un estímulo para no trabajar, tasl como ocurren en Andalucía o Extremadura.
    En la educación creo que en ciertos aspectos exageras. Propugnas al cien por cien un hombre para el trabajo (esa es una concepción marxista), y yo creo que un porcentaje de la formación debe ser humanista, debe enseñar al hombre a deleitar la belleza y la cultura.
    Y estoy en gran parte de acuerdo con tu concepción de cómo ha de ser regulada la emigración y las Universidades.
    Un saludo

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    1. Fernando, la laboriosidad diferencial entre países es relevante, pero es una constante histórica que no puede explicar la crisis. Todo lo más, la manera de afrontarla.

      En cuanto a la protección contra el paro, yo la limitaría a un préstamo a devolver cuando el beneficiado encontrara trabajo. De esta manera se evitaría el fraude y la vagancia.

      Y respecto a la educación, tal vez he cargado las tintas en los aspectos económicos porque este post está dedicado a la resolución de la crisis.

      Mi idea de educación es la de preparar a los educandos para convertirse en ciudadanos útiles para la sociedad y esto implica que también sean eficientes en su vida personal y familiar.

      Creo que enseñarles a dialogar, a expresarse con fluidez, a tener un modelo correcto de la realidad, les abre un amplio campo de posibilidades para trazar su propia trayectoria vital.

      Lo de deleitarse con la belleza y la cultura vendrá (o no) por sí sola. Personas que han recibido la misma educación, pueden mostrar diferencias importantes en sensibilidad e interés por las diferentes artes. A mi, por ejemplo, no me gusta la música, aunque sí la literatura.

      No creo mucho en la enseñanza del arte y de la belleza. Creo más en la enseñanza de destrezas (escribir, dibujar, declamar, debatir, etc.).

      Saludos.



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  3. Claro, en la primera parte de lo que afirmas coincidimos, es el sobreendeudamiento el culpable de la de crisis en muchos países. Un endeudamiento del 30 % del PIB es incluso aconsejable ―como lo es el endeudamiento de un 30% de los ingresos de una familia en la compra de un piso―pero si se dispara lleva a la ruina. Creo recordar que España entró en quiebra económica 7 veces cuando era la nación más rica gracias al oro de América (los reyes se gastaban el oro en guerras de religión en Europa). De hecho, Norteamérica es el único país que se puede permitir un sobreendeudamiento, ya que tiene a su disposición y servicio la máquina de hacer dólares. Como el dólar es la divisa internacional y los países hacen acopio de ella, se elimina el problema de la inflación que tendría lugar si esos dólares se emplearan en Norteamérica, es decir, que si todos los países emplearan sus dólares en comprar cosas en Norteamérica, se la llevarían a trocitos y no quedaría nada de ella. Por eso los norteamericanos son los únicos que pueden vivir por encima de sus posibilidades. En cambio, Alemania que ahora aparece boyante, ha vivido casi 20 años con políticas de austeridad para evitar los efectos del sobreendeudamiento por la necesidad de invertir en la antigua Alemania del Este tras de la reunificación.
    Tú hablas de macroeconomía, del libre mercado, pero el mercado no es perfecto, ya te he dicho anteriormente que pululan los monopolios, los carteles, las subvenciones, los engaños… El mercado tiene que estar controlado por el Estado. Mira, la crisis en Norteamérica y en España fue por exceso de gasto de las familias, debido a la falta de control bancaria (aunque aquí inciden otros condicionantes que luego explicaré). Las grandes empresas, entre ellas los bancos, han dejado de tener un comportamiento de acuerdo al egoísmo que hace funcionar el mercado: tanto en USA como en España, las grandes empresas, en vez de ser gobernadas por el interés de los accionistas, han quedado sometidas al interés de los gestores. Solo tienes que ver las Cajas de Ahorro o los bancos norteamericanos, que tenían pérdidas gigantescas y los miembros de Consejos de Administración (que a veces controlaban una parte mínima de las acciones, como Botín, que solo tiene un 2% de las acciones del Santander) se ponían sueldos y primas astronómicas, además de asignarse de un 6 a un 12% de prima en las fusiones bancarias etc, es decir, un esquilmar a los accionistas a favor de los ejecutivos de las empresas. Bien, pues lo mismo, esa falta de control por parte del accionista sucedió en cada sucursal bancaria: En cada escalafón jerárquico del banco se ponían sobresueldos sin control al conseguir una determinada cantidad de hipotecas (sin prever si eso iba a crear riqueza al banco o su destrucción), de tal manera que para conseguirlas se ofrecían todo tipo de incentivos a las familias y no se miraba si éstas podrían devolver el préstamo. Cuando las familias se sobreendeudaron y no pudieron pagar la mensualidad de la hipoteca, vino el derrumbe de las entidades bancarias. Pero fue la falta de regulación del Estado y la falta de control del accionariado sobre la gestión bancaria quienes propiciaron el desaguisado. Recuerda la inoperancia del Gobernador del Banco de España, recuerda las primas de los gestores de las Cajas, y recuerda los grandes sueldos de los trabajadores de las Cajas, elegidos a dedo por sus afiliaciones políticas y muy frecuentemente ineficaces en sus labores.

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  4. Que China produzca cada vez más cantidad de bienes, en contraste con lo que produce Occidente, no ha afectado ―todavía― en gran medida a los países poseedores de alta tecnología, como Alemania, Francia, o EEUU (aunque los chinos ya están fabricando aviones, satélites, centrales nucleares y coches de calidad semejante, así que no pasarán más de 4 o 5 años en que eso repercuta en esos países), pero ha afectado a toda la industria europea del juguete, del calzado, del textil y de un largo etcétera, llevando a millones de trabajadores al paro. Lo que antes era competitividad entre empresas, ahora, con la globalización, es competitividad entre áreas económicas (formadas por países) y lo que antes era el hundimiento de una empresa, es ahora y será en mayor medida el hundimiento económico de los países que integran las áreas que resultan perdedoras. Con esta nueva revolución industrial, y tal como ha sucedido en las otras, hasta que los flujos de capitales, emigrantes, salarios etc no se estabilice, será un caos en que unas áreas tendrán pujanza y riqueza y otras crisis enormes, con el añadido de la inercia de estar acostumbrados a modos de vida y de derechos de los que habrá que prescindir.
    Lo que dices de la política del ahorro es cierto, pero es una política intrínsecamente perversa que a la larga o a la corta llevará a la catástrofe y que debería ser modificada o suavizada convenientemente. Me explico, hablas de la necesidad del consumo para mantener la maquinaria productiva en marcha, pero según está establecido el modelo, ese consumo debe ser cada vez más elevado ―entre otras cosas porque la esperanza de vida es cada vez mayor―mientras que la proporción entre trabajadores y jubilados disminuye, así que para mantener el sistema productivo saludable, debe crecer la población que consuma y la población que trabaje, lo cual conduce a un agotamiento de recursos por sobrepoblación y a resultar hartamente sensibles a crisis, disminuciones de la riqueza, empobrecimientos súbitos, emigraciones etc. A eso conduce inevitablemente la política del libre mercado si no se regula.
    Pero la regulación debería de ser a nivel global, tal como es ahora la economía. No pueden habar paraísos fiscales repartidos por el mundo ni unos derechos de la población inmensos en unos países y nulos en otros. El equilibrio se tendrá que dar en derechos, deberes y salarios, mientras eso no ocurra así la crisis irá corriendo de un sitio a otro. Entonces los impuestos sobre el consumo exclusivamente darían un óptimo resultado, pues lo que no se dedicara al consumo se invertiría en la maquinaria productiva.
    En fin, a estas horas de la mañana mi máquina de pensar se ha agotado.
    Saludos

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  5. Fernando, estoy de acuerdo con el interesante análisis que haces, pero sigo pensando que, siendo correcto, no constituye en sí una explicación de las causas de la crisis y eso por lo siguiente:

    - Ese panorama que describes ha estado siempre presente, con ligeras variantes.

    - La crisis se inició en EEUU y se extendió (como suele ocurrir) hacia otros países muy diferentes aunque de regímenes capitalistas avanzados.

    - Nadie supo ver que esa situación desembocaría en una crisis (ahora hasta el más lerdo lo ve) y prueba de ello es que las entidades financieras, que tenían todos los datos en la mano, no reaccionaron a tiempo para salvarse del desastre.

    - La historia económica está jalonada de crisis de este tipo (la más famosa fue la del 29), sin que nadie supiera verlas hasta que las tenían encima y obviamente las situaciones precursoras fueron muy diferentes. Por tanto debe haber (y eso es lo que busco) una explicación general que valga para todas ellas.

    Consideremos un solo ejemplo: Según tú apuntas y muchos economistas afirman, uno de los principales desencadenantes de la crisis fue que los bancos concedieron hipotecas por el importe de lo que valían los inmuebles o incluso un poco más, y esto, se dice, es una política insostenible a largo plazo.

    Veamos una interpretación alternativa: La economía del siglo XXI crece a ritmo acelerado, empujada por nuevas y poderosas tecnologías que se desarrollan a un ritmo exponencial y generan incrementos, también exponenciales, de la riqueza global.

    Para mantener esta expansión de la riqueza disponible, hay que inyectar mucho dinero en el bolsillo de los consumidores si no queremos que se produzca un cuello de botella en la demanda por falta de recursos monetarios.

    Este incremento del circulante puede generarse creando papel moneda, pero también facilitando la expansión del crédito, es decir creando moneda virtual a través de los préstamos concedidos por los bancos, que además tienen un control más fino sobre los destinatarios solventes de esa moneda virtual.

    En este mundo todo se basa en suposiciones. Suponemos que el domingo no va a caer un meteorito que acabe con la Tierra y por eso madrugamos todos los días de la semana para ir a trabajar.

    continua...

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  6. ... continuación:

    Los bancos también trabajan con suposiciones. Por ejemplo, suponen que si desde que tienen memoria, los pisos ven incrementado su valor a ritmo sostenido, no van a tener problema alguno si un hipotecado no puede pagar la hipoteca, dado que el inmueble, cuando el constructor lo entregue, valdrá mucho más que el importe que se ha concedido al solicitante de la hipoteca.

    Ahora bien, un banco se arruinaría si trabajase bajo la suposición de que en cualquier momento puede producirse una crisis mundial que redujese el valor de la vivienda un 40%, incrementase el paro hasta el 40%, y aumentase la morosidad al 12%.

    De hecho, si la banca en su conjunto hubiese trabajado considerando el escenario de una crisis como la que hemos sufrido, habría sido acusada, y con razón, de frenar el crecimiento económico del país al estrangular el desarrollo de las empresas y cerrar el grifo a los consumidores.

    Dicho de otro modo: tenemos nuevas tecnologías, nuevos productos revolucionarios en los escaparates, pero no hay dinero para comprarlos y las empresas languidecen y cierran por falta de capacidad adquisitiva de los consumidores. Y todo porque los bancos no se atreven a asumir niveles de riesgo ridículos: ¿qué riesgo corre un banco al conceder una hipoteca teniendo una vivienda como respaldo cuyo precio crece continuamente?

    Claro que cuando se desata inesperadamente la tormenta económica del siglo, hasta los cálculos más prudentes se ven sobrepasados por los acontecimientos y los damnificados rellenan sus trabucos con pólvora negra y clavos oxidados para salir a la calle en busca de los culpables.

    Los mismos que despotricaban contra los bancos por exigir garantías exageradas, les reprochan, unos meses después, la manga ancha que ha propiciado la crisis.

    Es una variante del viejo problema: Si decidiéramos construir las ciudades para que resistieran la tormenta del siglo o del milenio, los costos serían tan altos que viviríamos en la pobreza y probablemente la tormenta no llegaría a producirse.

    Debemos asumir riesgos razonables porque no hacerlo es mucho más peligroso.

    Los bancos y los gobiernos se equivocaron en muchas cosas pero no en inyectar dinero en la economía. Simplemente no pudieron prever la tormenta económica que como los ciclones que azotan periódicamente el golfo de Méjico, son de naturaleza imprevisible porque se basan en pequeños cambios del tipo efecto mariposa, que son amplificados por millones de cerebros paleolíticos que comienzan a acaparar dinero (reducir el consumo) al menor signo de peligro.

    O al menos, es así como yo lo veo.

    Saludos.

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    1. Me parece que los dos vamos confluyendo, al menos en algunas apreciaciones, aunque yo siga pensando que el aumento incesante del consumo que conlleva la política monetarista y el modo en que está establecido el sistema conducen inevitablemente al desastre, tanto de modo periódico como a largo plazo, y que el sistema debería revisarse y debería ser regulado mediante controles. Lo que sucede es que los controles que se ponen en épocas de crisis se relajan automáticamente en épocas de bonanza. Y aquí interviene la naturaleza humana. Como tú bien dices, los cerebros paleolíticos se guían por el egoísmo personal, y en cuanto ven la oportunidad del beneficio propio __a costa del beneficio social cuando las alertas se han relajado o cuando existe la consciencia de que todo lo que a mí me beneficia beneficia también a la sociedad-- se lanzan de cabeza a obtenerlo, con cualquier método y caiga quien caiga.
      En las sociedades primitivas la moral social ejercía ese papel regulador de la conducta social (con la ayuda de algunos sentimientos como la vergüenza, la compasión o la culpa, es decir, lo biológico surgido para la regulación social), pero en este mundo globalizado las morales reconductoras hacen poco efecto en los movimientos económicos porque estos suelen ser anónimos, así que hace falta un control global, un regulador global de actuación de los agentes sociales y económicos, pero ¿quién le pone el cascabel al gato?
      Por cierto, el martes presento un libro que viene en cierta manera a cuento de esto, El Animal Moral. Me gustaría regalarte un ejemplar si me envías por correo alguna dirección tuya para ello.
      Un saludo

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  7. Fernando, personalmente creo que el Estado debe regular el funcionamiento social desde dos principios fundamentales:

    - No olvidar nunca que el funcionamiento básico de la humanidad se basa, como en muchas otras especies, en el egoísmo y que la función del Estado es organizar ese egoísmo para que sea beneficioso para el conjunto de la sociedad.

    - Reducir sus intervenciones a aquellas que han acreditado ser beneficiosas para el conjunto de la comunidad que administra.

    Otra cuestión más peliaguda es ponerse de acuerdo en qué tipo de intervenciones hay que hacer, cómo hay que hacerlas y cómo hay que valorarlas en términos de beneficio social. Utilizando tus mismas palabras: ponerle el cascabel al gato.

    Y hablando de otro tema, tengo que felicitarte y desearte suerte por ese nuevo libro que verá la luz. Me encantaría leerlo y te agradezco mucho tu generoso ofrecimiento. Mientras llega a mis manos, me gustaría saber algo más sobre él: ¿Tienes algún enlace con información detallada? ¿dónde es la presentación?, etc. etc.

    Saludos cordiales.

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    1. Bueno Yack, he estado ocupado en preparar la presentación del libro. Ha tenido lugar en Huesca, con éxito de público (mi mujer conserva todavía bastantes amigos, yo, desde que me dio por cuestionarme todas las doctrinas, comprenderás que los he perdido: nadie se aviene a que alguien cuestione las creencias del grupo al que se pertenece, así que quien lo hace es visto como un bicho raro del que hay que alejarse). Estuvo bien la venta de libros, tanto que la librería se quedó sin las pocas existencias que había recibido. En cuanto me haga con unos cuantos ejemplares para mí te enviaré uno. La editorial --por ahora no te digo cuál--un desastre: letra pequeña, numeración de las notas horrible, mala impresión, incumplimiento del contrato en varios aspectos, y la portada, una foto que recientemente tomó mi hija en la India, se la atribuyen. En fin...Lo que no sé es si la concurrencia que vino a la presentación y compró el libro tendrá la preparación suficiente para leerlo, pero esa es otra cuestión.
      Saludos

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    2. Me alegra saber que la presentación ha sido un éxito y entiendo que si no sigues las normas de lo políticamente correcto tengas que pagar un tributo, pero es así como funciona la sociedad humana.

      En cuanto al viacrucis que te espera con la editorial, sólo puedo recomendarte que te lo tomes como una experiencia más sin mayor importancia, porque en otro caso puede subirte el colesterol, la tensión y los trigleceridos y eso si que puede darte un auténtico disgusto.

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  8. Anónimo11:42

    He leído tu articulo y estoy de acuerdo con algunas cosas y en desacuerdo con otras como que no es bueno ahorrar en la crisis. Es que si gastamos mas tendremos mas deuda y entraremos en bancarrota.

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  9. Quizás no me he expresado bien. En una crisis económica familiar, lo recomendable es el ahorro, puesto que si no hay incremento en los ingresos, cualquier ahorro que no incida gravemente sobre la vida familiar, es positivo porque reduce el déficit por el procedimiento de frenar el consumo.

    Sin embargo, si imaginamos una familia tan numerosa como un pequeño pueblo de 3.000 habitantes, sometido a una crisis de deuda con los pueblos colindantes y a un fuerte paro, la solución puede ser diferente.

    Lo recomendable en este caso sería que redujeran las compras al exterior (moviles, ordenadores, etc.) tanto como sea posible al tiempo que incrementan el consumo interno de productos y servicios que pueden realizarse en el propio pueblo (ropa, útiles de labranza, etc.).

    Lo que no tiene sentido es reducir el consumo interno habiendo personas cruzadas de brazos que, además, han de ser costeados solidariamente por sus familiares.

    En resumen, habría que estimular el consumo interno bajando los impuestos que graban a la actividad interna, e incrementar los impuestos sobre todo aquello que se importa desde afuera.

    Con esta doble estrategia se reduce simultáneamente la deuda y el paro.

    Saludos.

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    1. En relación a impulsar el gasto para superar la crisis económica. Puede ser un adecuado planteamiento, pero es preciso analizar las consecuencias.
      En primer lugar, el gasto se podría impulsar con una rebaja de la fiscalidad o con un endeudamiento mediante inversión pública. Claro, el endeudamiento no es deseable, y se producirá igualmente con la rebaja de la fiscalidad si se pretenden mantener los gastos sociales. El truco –más bien la esperanza—de los economistas decididos por esta opción consiste en suponer que al rebajarse la fiscalidad o aumentar la inversión pública el mercado empezará a funcionar de la forma tabulada por las teorías económicas y el aumento de déficit del Estado o de deuda será absorbido con creces por el aumento de recaudación gracias al auge logrado por la actividad económica gracias a las medidas de gasto o inversión.
      Pero para que ello ocurra de ese modo hace falta algo más que una teoría económica que lo asevere. El tan laureado y aclamado éxito de Keynes no fue tanto, pues EEUU no salió de la crisis económica hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
      De un aumento del gasto privado y público por inversión no se sigue automáticamente un aumento del consumo y de la actividad económica, al menos no en la medida necesaria o en la medida que vaticinan las fórmulas que rigen teóricamente la macroeconomía. Se precisa en medio un aditivo que no aparece en estas: un cambio de conciencia de la gente que las predisponga a invertir y gastar. Tal cambio de conciencia se logra mediante factores tan extraños como la confianza en el mercado, pero también por la confianza en el país, por la confianza en los dirigentes políticos, e incluso por la confianza en Europa. Esa confianza es quien otorga al sujeto la seguridad que necesita para lanzarse al mercado.
      Y para lograr esa confianza y esa seguridad son precisos factores morales adecuados: un creer en el sistema político, creer en la honradez de los políticos mismos, creer en el país, creer en la propia responsabilidad, creer en el trabajo bien hecho, no consentir fraudes, amiguismos, enchufes, etc. etc.
      Así que cualquier solución para el mercado, si se quiere que sea duradera y produzca sus frutos, ha de pasar primero por un arreglo moral de la sociedad que dé la necesaria confianza a los ciudadanos.

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  10. Sin duda estoy de acuerdo contigo en que sustituir las actuales creencias de los españoles por otras más realistas, eficientes y coherentes con la realidad sería una gran solución, sólo que para eso tendría que existir un partido político que llevara en su programa esas ideas, que ganara por mayoría absoluta (con ese programa) y que fuera capaz de insuflar en las mentes de todos los españoles esas creencias.

    Más fácil que eso veo yo que algún becario del CSIC invente un reactor de fusión viable y un constructor universal que fabrique todo tipo de bienes y servicios a coste cero.

    Hablando en serio y moviéndonos en el terreno de lo posible (que no de lo fácil), creo que el problema de España (paro y deuda externa) sólo puede solucionarse subiendo los impuestos sobre los productos que más importamos (móviles, televisiones, etc.) y facilitando la bajada de precios de los productos y servicios que creamos aquí, exportamos o consumimos en España.

    Esto último se conseguiría dejando que sea el mercado quien establezca los salarios (fuera convenios, leyes laborables proteccionistas, salario mínimo y demás zarandajas marxistas), eliminando subvenciones y reduciendo drásticamente los impuestos sobre las empresas para que puedan producir más por menos, que es la clave de toda economía productiva.

    Y naturalmente, reduciendo el gasto público, tanto el no productivo como el productivo mediante una inteligente optimización sin complejos.

    Estoy seguro, por ejemplo, de que se podría reducir el abultado gasto de educación a la mitad mejorando al mismo tiempo la eficacia, con solo cambiar ciertas normas absurdas y arcaicas.

    El problema, muy resumidamente, lo veo yo en las creencias de los españoles, como tu bien dices.

    Aquí seguimos creyendio en la economía de las manzanas, de suma cero, del altruismo empresarial obligado, del derecho a la justicia distributiva, del derecho a que el Estado nos solucione todos los problemas, del derecho a la molicie, y del derecho a no tener responsabilidades ni deberes.

    Seguimos siendo mayoritariamente marxistas ingenuos, aun sin saber muy bien qué es eso del marxismo. Porque aquí si no se leen los manuales del televisor que nos ha costado una pasta, menos aún leeremos El Capital o la Biblia aunque en ello nos vaya la prosperidad material o la Salvación Eterna. Es lo que hay.

    Saludos.

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    1. Estoy de acuerdo contigo en que la fiscalidad debería de incidir en mayor medida sobre el consumo y menos sobre los salarios y los beneficios, pero no soy tan drástico como tú en estos aspectos porque creo que surgirían problemas graves con tal medida. En primer lugar, si la fiscalidad sobre el consumo es más baja en los países del entorno, ¿quién puede impedir que crucemos la frontera como locos en busca de los bienes que de otro modo tendríamos que comprar en este país? De otra parte, esa solución absoluta que planteas llevaría a un menor consumo, ya que al tener que compensar con el gravamen al consumo los ingresos fiscales que antes eran directos, las clases bajas y medias rebajarían su consumo drásticamente (una cosa es que el Estado obligue a las empresas a retener un tanto por ciento del salario o del beneficio, que el individuo acepta porque no le queda otra, y otra que el individuo ante un precio desorbitante se eche para atrás. Psicológicamente son decisiones muy distintas las que toma en un caso o en el otro el sujeto).
      En cuanto al libre mercado, como ya lo hemos discutido en ocasiones anteriores, presenta problemas diversos. Uno de ellos es que las empresas no actúan de acuerdo a él, sino que de una forma u otra suelen actuar en régimen de monopolio o de cártel. Por ejemplo, los precios de las gasolinas o de cualquier otro producto suelen ser iguales unos a otros porque a los empresarios les resulta muy fácil el ponerse de acuerdo. Recuerdo que hace unos años vino a Huesca un constructor catalán que pagaba mejores sueldos y vendía los pisos de características semejantes mucho más baratos, pero eso duró un suspiro: hasta que los demás constructores se encararon con él. Si a eso le añadimos el excesivo paro existente en España, eso dejaría los salarios a niveles mínimos de subsistencia, lo cual llevaría de forma más o menos corta a una inmediata revolución social.
      Estoy, sin embargo, de acuerdo contigo en que hay que acabar con el régimen de subvenciones existente, excepto para casos de verdadero interés, como por ejemplo, la investigación punta; así como que hay que rebajar el gasto público de esta sobredimensionada administración del Estado (y sobre todo de las Autonomías, claro). Pero estas inercias son extraordinariamente difíciles de quitar, pues hay comprometidos millones de votantes en ello. Esa enorme carga inercial es la que suele ser causa directa de las crisis.
      Yo estaría más de acuerdo en tratar de conciliar las medidas económicas que teóricamente resultan las adecuadas, con las medidas tendentes a no romper la homeostasis social. Lo difícil es la conciliación. Para ello se necesitan buenas cabezas, buenos comunicadores, la suficiente firmeza etc etc
      Por ejemplo, nada más acertado, como dices, que rebajar el gasto en educación. En los últimos 20 años se ha multiplicado por cuatro sin que la educación haya mejorado un ápice. Pero para lograrlo hay que quitar la fuerza sindical del sistema educativo, habría que deshacerse de miles de psicólogos y pedagogos que están de adorno etc etc, y eso requiere una acción de gobierno combativa que llenaría el país de barricadas. Es por esto que te digo que en los países con otra herencia moral y sin esas gravosas inercias, como los países anglosajones, o incluso los nórdicos, con una moral hacia el trabajo muy diferente que la que existe en España, esos problemas resultan mucho más fáciles de solucionar. Esos países no esperan ni exigen, tal como ocurre aquí, que el Estado les solucione hasta sus más íntimos problemas.
      De todos modos, la crisis no ha hecho más que empezar. Toda Europa parece verse abocada a sufrir una profunda crisis. China amenaza con aplastarnos y no tenemos ningún parapeto.
      Un saludo

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  11. Respondiendo a tus razonables objeciones añadiré algunos matices a mi "manifiesto anticrisis".

    Creo que estarás de acuerdo que a medida que se suba el IVA de un determinado producto se frenará su consumo porque muy poca gente iría a Francia a comprar un TV de gran formato o incluso un móvil (costo del viaje, dificultad en hacer valer la garantía, inseguridad, etc.

    Es muy cierto que aumentarían las compras en el extranjero pero no creo que de forma significativa, si suponemos que aplicamos subidas del IVA bien calibradas que tengan en cuenta todas las circunstancias relevantes como las que tú apuntas.

    Por otra parte y dado que son productos que no se fabrican aquí, tampoco habría gran diferencia, en términos económicos, entre comprar en Francia o comprar aquí por Internet ya que el beneficio marginal sería escaso (solo distribución y venta).

    Te recuerdo que mi propuesta no era subir globalmente el IVA sino bajarlo en los productos y servicios en los que somos grandes productores (turismo, artesanía, alimentación, ropa, etc.) y subirlo en aquellos en los que somos deficitarios (alta tecnología).

    Por otra parte al bajar impuestos a las empresas, seriamos más competitivos en relación con la competencia extranjera, es decir, los españoles preferiríamos productos fabricados aquí y además exportaríamos más, mejorando así el déficit por cuenta corriente.

    Respecto a la merma en la capacidad de consumo de las clases bajas y medias, no creo que se vieran afectadas porque estas clases consumen productos de bajo costo y poco refinados (por eso son media-bajas.

    Precisamente mi propuesta es bajar los impuestos a los productos básicos y en general a aquellos en los que somos grandes productores, para incrementar el consumo interno y generar trabajo.

    Es decir, la clase media-baja ganaría menos salario (en sectores deficitarios), pero se beneficiaría de mejores precios en todo aquello que no fuesen productos refinados típicamente generados en países más avanzados tecnológicamente.

    Les resultaría más fácil hacer turismo interior, comer en un restaurante y más difícil comprar un nuevo smart tv o un automóvil.

    Por otra parte al rebajar el salario, se supone que habrá más trabajo, se pagará menos desempleo, y habrá más ciudadanos dispuestos a consumir (los que encuentran trabajo), amén de contribuir a rebajar la pesada carga de la deuda.

    Lo de suprimir el salario mínimo, cosa que ya se viene aplicando en varios países avanzados, produce el efecto contrario al que se suele pensar.

    Se acaba con la corrupción laboral y la economía sumergida. Tan pronto como sube el empleo, los salarios mínimos suben espontáneamente, aunque por otra parte y como tú sabes, muy poca gente cobra el salario mínimo en España y eso se debe a que en muchas especialidades no existe mano de obra cualificada infinita.

    No todos los trabajadores son iguales, y eso hace que los salarios suban para los buenos trabajadores y para aquellos más cualificados en sectores emergentes.

    En la construcción, por ejemplo, cuando las cosas iban bien, los salarios subían, a pesar de ser un trabajo poco cualificado, por efecto de la demanda. Si no hay demanda, los precios caen hasta que no sean rentables para el trabajador y es él quien se despide.

    La existencia del subsidio de desempleo también contribuye al desabastecimiento del mercado al haber individuos que se sienten muy cómodos cobrando sin trabajar. Si estableces un precio mínimo para el salario, eso se traduce en desempleo y en economía sumergida.

    Estoy de acuerdo contigo en que cualquier acción enérgica del gobierno desencadena la extorsión combinada de sindicatos y progresistas ociosos. Habría que imbuir en la ciudadanía la desacreditada idea de que las leyes son de obligado cumplimiento y que el gobierno legitimo puede legislar con la única limitación que establece la constitución.

    Pero eso sí que es difícil de aplicar en un país asilvestrado por tantos años de democracia libertaria.

    Bueno Fernando, creo que ya tenemos el problema de la crisis casi resuelto.

    Saludos.

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  12. Juan Bautista0:35

    Hola Yack, tantas lunas. Interesante y completa tu apertura al tema. Me gustaría resumirte en pocas líneas mi visión de las variables más críticas:

    1.- El estado debiera tener un rol normativo y subsidiario. Normativo estableciendo reglas claras de juego y creando las condiciones de sana competencia, que al final del día son lo que garantizan un sistema eficiente. Subsidiario en términos de dar igualdad de oportunidades a los ciudadanos (garantizar a quienes no pueden costear condiciones básicas y educación). La producción de bienes y servicios debe concentrarse fundamentalmente en el sector privado.

    2.- No despilfarrar recursos o sobre-beneficiar a la población con sistemas sociales caros que imponen grandes costos a las empresas y las hacen menos competitivas. Este es un mal compartido en casi todos los países europeos. Los subsidios de desempleo deben incentivar la búsqueda de trabajo, no lo contrario.

    3.- Mantener en lo posible estabilidad en las reglas del juego. Como bien lo has señalado las economías se mueven por expectativas y son los contínuos cambios los que introducen incertidumbre.

    4.- Promoción de las inversiones. Los países crecen con inversiones. Una alternativa es pagar impuestos sobre el reparto de utilidades o retiro.

    5.- Cambiar el sistema de reparto. Con el envejecimiento de la población está desfinanciado y está generando un exceso de carga a las empresas. Y el mundo hoy está globalizado. Asi es imposible que las empresas compitan con la de otros países con menos impuestos. Una alternativa es la capitalización individual.

    6.- Apertura al comercio mundial. Si bien se queda más expuesto a los vaivenes de las economías de otros países, permite a la ciudadanía acceder a bienes de consumo con ventajas en costo y calidad. Logramos en definitiva mayor eficiencia y mejoramos la calidad de vida de las personas.

    7.- Dejar que los precios hagan su trabajo. Los precios son la señal de asignación eficiente de recursos en un mercado. Mientras antes se realicen los ajustes necesarios será antes que se salga de la crisis.

    Saludos,

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    1. El quid de la cuestión está en el grado de aplicación de esas medidas. No olvidemos que el mercado está al servicio de la colectividad. Y el gran problema de España y de Europa es la enormidad de la inercia de servicios y subsidios que, por una parte la hacen poco competitiva y que cambiarlos produciría primero un encono social y luego una revuelta.
      Saludos

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    2. Hola Juan, respondiendo a tu propuesta te diré que en general estoy de acuerdo, aunque añadiré alguna opinión personal al hilo de tus comentarios:

      Punto 1, de acuerdo al 100%.

      Punto 2, de acuerdo, aunque añadiría que como principio general, la mejor forma de incentivar la búsqueda de empleo es no pagar subsidios de desempleo. Pero siendo más realista, habría que asociar el subsidio a unas contraprestaciones tan severas y exigentes que dejara de ser un negocio para el perceptor. Por ejemplo, poner la condición de que tuviera que devolverlo en el futuro, que tuviera que realizar trabajos sociales que le ocupen al menos 8 horas diarias, que se le exigiera en el caso de cursos de formación, superar con éxito pruebas de acceso y de evaluación objetivas e independientes, al estilo de las que hemos superado todos para sacarnos los correspondientes títulos oficiales.

      Punto 3, de acuerdo al 100%.

      Punto 4, no estoy muy seguro de lo que quieres decir. De todas formas lo de invertir es algo muy controvertido. Idealmente deben ser los empresarios los que valoren los pros y contras y arriesguen su dinero. El Estado tiene propensión a invertir alegremente a golpe de ocurrencias, dado que el dinero no es suyo y por otra parte queda bien a efectos electorales proclamar en los telediarios que el gobierno ha invertido en tal o cual proyecto fabuloso dirigido al bien común. Es una forma de comprar votos.

      Punto 5, en efecto es imposible competir con ciertos países como China, que además de contar con un nivel salarial muy bajo pueden ofrecer productos competitivos en un amplio abanico que va desde los productos básicos hasta los de alta tecnología. La única solución que yo veo es mantener un equilibrio neto entre importaciones y exportaciones a fuerza de aranceles.

      Punto 6, esto que propones ya ocurre con los países europeos, nos guste o no. Para afrontar este desafío debemos mejorar nuestra competitividad por todos los medios posibles. En cuanto a países fuera de la zona euro, habría que hacer ajustes muy bien pensados dada la crisis de deuda por la que atravesamos. Idealmente nos gustaría establecer libre comercio con todos los países, pero si eso significa disparar la deuda, hay que andar con pies de plomo si es que no queremos hundirnos definitivamente.

      Punto 7, de acuerdo al 100%.

      Y eso es todo por ahora. Seguiremos arreglando el mundo con tu inestimable ayuda. Saludos.

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  13. Interesantes reflexiones las que he leído tanto en el artículo como luego en los comentarios. Me ha sorprendido sin embargo que en las medidas para salir de la crisis no se haya debatido sobre la distribución de la riqueza.
    Para explicarme voy a empezar por quizá la frase más célebre de Hegel dicha a mi manera: El progreso histórico tiene lugar al confrontar una tesis (argumento o solución a un problema) frente a su antítesis (contrarréplica y casi opuesto a la tesis inicial) para finalmente llegar a la síntesis (extracción de lo mejor de cada una de las anteriores teorías) que servirá como punto de partida otra vez del proceso haciendo las veces de tesis. Este procedimiento descrito se itera, hasta llegar a la verdad absoluta, es decir hasta el infinito más o menos.
    Como he visto que aquí se ha hablado de filosofía también, he visto apropiado iniciar mi argumentación de este modo. Desde luego Hegel es críptico en muchos de sus razonamientos a más no poder, pero no se podrá discutir la practicidad y claridad de la anterior frase que incita al diálogo e ir puliendo las soluciones a lo largo del tiempo, justo tal y como se debe hacer en la realidad con cualquier problemática compleja. Si bien, esto es otro cantar que no tiene que ver con la economía, y no me extiendo por aquí, eso sí como veo que las entradas son largas, no pretendo ser menos.
    Extrapolando la idea de Hegel a la economía, podemos afirmar que históricamente han existido o imperado dos modelos económicos casi opuestos:
    • Capitalismo: con su filosofía de libre mercado y discrecionalidad de las empresas a tomar sus propias decisiones.
    • Comunismo: Tratando de conseguir su objetivo de igualdad y para ello promoviendo un estado completamente intervencionista.
    La síntesis de estos dos modelos contrapuestos ha sido el estado del bienestar, donde hipotéticamente nos encontramos. En este modelo final, el estado debe jugar un papel más de supervisor y regulador tratando de detectar comportamientos de monopolios o incumplimiento de las reglas del juego en las empresas a la vez que debe salvaguardar a los ciudadanos cuando pasan por momentos desgraciados.
    Sin embargo este estado del bienestar no ha sabido (o no ha querido más bien) solucionar el grave problema de la desigual distribución de la riqueza. Y es que resulta paradójico, como bien decía Yack, que precisamente ahora, que es cuando más dominio tecnológico poseemos y por tanto más bienes y servicios producimos en términos absolutos, esa riqueza no llegue a los bolsillos de la gente. Lo que sucede es que si llega a los bolsillos, sólo que mientras a unos pocos les rebosan todos los pantalones (y tienen muchos porque son ricos), a otros sólo les llegan las migajas.

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  14. El estado, en su función de detección de abusos en el libre mercado en este estado llamado del bienestar, debería tomar cartas en el asunto, pero todos sabemos que los que saldrían perjudicados son muy poderosos y no lo permitirían. Entonces lo que hace el estado es aumentar los impuestos a los ricos para que el resto pienso que sí se preocupa por la ciudadanía y la igualdad, aunque se sabe de sobra que eso no es suficiente. Además habla mucho del fraude fiscal y que hay que combatirlo, pero tampoco a la hora de la verdad hace mucho por la causa.
    Así que dibujado el escenario, lanzo la síntesis mejorada al estado del bienestar para afrontar el problema de desigualdad distribución de la riqueza: Establecer un tope salarial de tal modo que el sueldo más alto de una empresa no pueda exceder el más bajo en X veces. Y cuando hablo de sueldo, hablo de beneficio neto de la empresa, no sólo de salario.
    Esa “X” debe ser lo suficientemente grande como para seguir incentivando a los que toman riesgos y son emprendedores, pero tampoco debería serlo tanto como para que ocurran hechos tan flagrantes como el que ahora sucede que conlleva a que el 1% de las riquezas supera el del 99% del resto.
    Ni que decir tiene que obviamente esta teoría no es originaria mía sino que otros la defienden. Con todo, es cuanto menos curioso que no sea de sobra conocida por todos y que ningún partido político la haya hecho siquiera mención. Por ejemplo, pienso que electoralmente a Pablo Iglesias le iría mucho mejor yendo por estos derroteros en lugar de la más comunista de rentas básicas garantizadas para todos sin condiciones.
    Así que desde aquí hago un llamamiento para extender dicha propuesta haciendo un país y en definitiva un mundo mucho más justo y equilibrado.
    La típica contestación que se podría hacer es la siguiente: “Esa propuesta es utópica porque los ricos, que son los que gobiernan, nunca dejarían llevarla a cabo y además los acuerdos económicos europeos y mundiales no lo permiten puesto que es como un comunismo atenuado”
    Y yo respondo lo siguiente: “Si las propuestas de sentido común nunca se proponen nunca se llevarán a cabo, y si la legislación lo prohíbe y se demuestra que hay un interés social suficiente a favor de la misma, las leyes están también para cambiarlas cuando se determina que se pueden mejorar. Además también se puede ver como un capitalismo atenuado”.

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  15. Daniel, has descrito con claridad los dos modelos económicos que actualmente se disputan la hegemonía: el comunismo (todos iguales) y el capitalismo (que cada cual tenga lo que consiga honestamente).

    El comunismo ha demostrado ser desastroso en la práctica pero eso de la igualdad suena tan bonito, que al menos la mitad de la población no acepta renunciar a él, aunque sea en una versión naif, como puede ser la social democracia.

    El ejemplo que pones de la X ilustra bien el problema. Si reducimos la X a 0, tenemos el comunismo puro y duro, las alambradas, los fusilamientos, el traje de franela igual para todos, la delación, el terror y la pobreza generalizada aunque igualitaria (salvo para los del partido).

    Si haces la X igual a infinito, tenemos el capitalismo salvaje, (prosperidad económica, libertad, crecimiento, variedad y desigualdad.).

    Pero el problema del capitalismo es la envidia. Mucha gente prefiere ganar 1000 euros y que nadie gane más de 2000, que ganar 2000 y que otros ganen 200000.

    La mente humana funciona por comparación con el entorno y la felicidad (en parte) viene determinada por la percepción de la propia situación en relación con tus vecinos.

    Poseer una bicicleta vieja y herrumbrosa puede ser motivo de orgullo en un lugar de pobreza extrema y convertir a su propietario en un individuo feliz y satisfecho por la envidia que despierta en sus vecinos.

    La especie humana ha evolucionado, como todas las demás, a través de la competencia despiadada, y en la medida en que la reduces, el motor evolutivo se frena y con él la generación de riqueza y prosperidad.

    La economía no es una cuestión de justicia social, sino de eficiencia, y la eficiencia máxima se consigue cuando la diferencia de potencial es la mayor posible y esto es termodinámica pura.

    Y a la larga, el bienestar general depende más de la cantidad de riqueza disponible que de la forma de repartirla.

    Otra cosa es que en un país rico, se tome la decisión política de atender a los enfermos y a aquellas personas que por razones ajenas a su voluntad no pueden valerse por sí mismas y eso está asumido por el capitalismo actual.

    Pero si quieres ir más allá y subvencionar a toda clase de perezosos, indolentes, ineficientes e irresponsables, que por ejemplo, en lugar de estudiar, se dedican a jugar con la videoconsola, reducirás el rendimiento de la economía y todos pagaremos las consecuencias.

    Y no solo en la redistribución de los beneficios, que legítimamente nos corresponden, para dárselos a los “menos favorecidos”, sino en la degradación del sistema productivo al disipar recursos en tapar agujeros sin fondo.

    Y no solo eso, sino que también se genera una creencia global en que cuanto más y mejor trabajes, más impuestos te van a poner, lo que genera inevitablemente una actitud de desistimiento y abulia generalizada.

    Por último, hay que tener presente que si un empresario posee 100 millones de euros, no los usa en su mayor parte para su consumo personal, sino que los invierte para crear más riqueza.

    Por tanto, comparar la riqueza de diferentes individuos no aporta información significativa, y es esa diferencia la que estimula tanto a los ricos como a los pobres a trabajar más y mejor para ascender en esa amplia escala, mientras que ocurre lo contrario en la medida que esa escala de desigualdad se reduce.

    Si establecemos un salario mínimo, puede ocurrir que la empresa deje de ser competitiva y se hunda; si establecemos un salario máximo, la empresa se quedará sin directivos competentes, que se irán a la competencia dentro o fuera del país, como ocurriría con las estrellas de futbol en caso similar.

    Hay países en los que no existe salario mínimo ni máximo y disfrutan de pleno empleo y unos salarios muy por encima de los nuestros.

    No digo que baste con eso, pero sí que la libertad para establecer los salarios no es un problema, sino más bien una ventaja.

    Saludos.

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  16. Totalmente de acuerdo con Yack. Si a mi me pagan gratuitamente un salario de 900 euros, tal como ahora clama Podemos, ya mi mujer otro, ¿quién puñetas va a querer trabajar?, ¿de dónde se va a sacar ese dinero?, ¿no es ese mal el que tiene lugar en Andalucía y Extremadura, subsidiados hasta la médula y el resto del país manteniéndoles?, y si el empresario no puede ganar dinero, pues a otro país con la empresa y que aquí reine la miseria pero todos iguales. y luego está la ingenua apreciación que hace la gente, el pensar que repartiendo la riqueza todos saldrían beneficiados, pero si hoy se reparte la riqueza, mañana mismo todos en la miseria. Porque al repartir, lo que se reparte no es lo que el rico gasta en sus lujos, sino lo que el rico invierte para crear riqueza. Pero, en fin, esto es el dos y dos son cuatro.
    Un saludo

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    1. Fernando, yo he discutido este punto miles de veces y nunca he encontrado comprensión, como si hablara de algo intangible.

      Me refiero a que el la propiedad nominal de un recurso no es lo mismo que su consumo.

      El pobre consume el 100% de sus recursos y el rico sólo el 1%. Por lo tanto, comparar estas cifras es falaz y solo sirve para exacerbar la indignación y la envidia de los pobres. Pero eso es lo que buscan los partidos de izquierda.

      Si, como tú dices, repartiéramos todo, los pobres se gastarían en un santiamén lo que les correspondiera y la economía se iría al garete en un abrir y cerrar de ojos.

      ¡Qué manía la de enmendarle la plana a la sabia naturaleza que ha creado la fragmentación de la sociedad para optimizar su funcionamiento!

      Me ha gustado tu forma sintética y clara de expresarlo: "Porque al repartir, lo que se reparte no es lo que el rico gasta en sus lujos, sino lo que el rico invierte para crear riqueza".

      Me la anotaré a ver si la próxima vez que intente explicar esta abstrusa proposición, consigo algo.

      Saludos.

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  17. Yack, fíjate que no he hablado de establecer salarios mínimos y máximos descontextualizados de los beneficios de la Empresa. Es decir, si la empresa es rentable económicamente y obtiene buenos resultados los sueldos serán muy altos. También he remarcado que la X deberá ser lo suficientemente grande como para que compense emprender, tomar riesgos y en definitiva crear puestos de trabajo.
    Tampoco la propuesta va en contra de acabar con la “la competencia despiadada” como tú la llamas en la que estoy de acuerdo que debe permanecer para seguir evolucionando. Simplemente, la empresa que más genera, sigue siendo la más beneficiada y no sólo eso, sino que dentro de la propia compañía los salarios siguen siendo discrecionales, al igual que la política de recursos humanos de nuevas incorporaciones o despidos, sólo que evitando abusos flagrantes como los que ahora suceden que están llevando al país a extinguir la clase media. Poco a poco estamos yendo hacia un modelo exclusivo de ricos y pobres y, bien sabemos, porque otros países como bastantes de Sudamérica que no es conveniente que esto suceda.
    Termino lanzándote una pregunta, la cual voy además de formularla la voy a contestar dando mi opinión basada en el sentido común:
    ¿Si algún partido político estableciese la propuesta de topes salariales en los términos antes descritos, que porcentaje de población crees que la vería con buenos ojos y la apoyaría, siempre y cuando se les asegurase que no fuera algo utópico?
    Mi respuesta es: Creo firmemente que alrededor del 90% de la población estaría dispuesta a apoyar un tipo de medida en esas condiciones. Prácticamente todos los que la apoyarían sería porque saldrían beneficiados bien directamente o indirectamente de ella.
    Si mi sentido común no me engaña y concuerda con el resto de españoles, no cabe otra forma de actuar que secundando y respaldando la propuesta. Por ello vuelvo a pedir que algún partido la formule y que sea muy tenida en cuenta como medida paliativa para salir de la crisis.

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  18. Hola Daniel, creo que tu propuesta está dentro de esa gama de soluciones intermedias entre los dos extremos, pero la cuestión es: ¿por qué no se puede aceptar el capitalismo liberal si ha demostrado ser lo que mejor funciona? ¿por qué hay que encontrar un punto intermedio entre lo malo y lo bueno?

    Observa que si sólo sometes a las empresas más productivas a la obligatoriedad de incrementar el salario mínimo, estás reduciendo su productividad, frenando su crecimiento, le estás poniendo a las gacelas más rápidas un peso para que queden al alcance de los leones, como les ocurre a las menos rápidas/productivas.

    Esto, que puede ser muy “evangélico” va contra el paradigma evolutivo, que consiste en dejar competir a todos libremente y dejar que el ganador imponga sus métodos más eficientes y que los modelos más ineficaces desaparezcan y no dejen descendencia.

    Puede parecer cruel, pero a la larga beneficia a la especie o a la sociedad, según qué caso. Creo que la justifica suprema se llama eficiencia.

    En cuanto a tu pregunta, piensa que la democracia es el gobierno de los estúpidos (los electores), gestionados por otros un poco menos estúpidos (los políticos).

    El hecho de que una mayoría de estúpidos opinen algo no significa que ese algo sea bueno para ellos.

    El 90% de la gente no puede comprender, porque nadie se lo ha enseñado, que subir el salario mínimo genera paro y pobreza, que el despido libre contribuye a crear empleo y prosperidad y que defender a las mujeres decretando unas vacaciones de 3 meses por maternidad, solo sirve para que nadie quiera contratarlas.

    No importa que tu propuesta sea aceptada o no. Lo que importa es que funcione.

    Por otro lado los términos de “apropiado”, “no extremo”, “adecuado a las circunstancias” son muy peligrosos porque cada cual tiene una estimación propia y enfrentada.

    Es mejor efectivo y claro decir: despido libre, no habrá limitación de salarios, en lugar de “despido justificado”, “salario mínimo digno”, etc.

    Vivimos en una sociedad basada en el egoísmo y no en los evangelios (gracias al cielo), y hay que pensar teniendo esa premisa siempre presente, en lugar de empeñarnos en traer el Reino de Dios a la tierra.

    Saludos.

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    1. Yack, ya sabes que siempre estamos de acuerdo en un 90%, pero discrepamos a veces en el 10% restante, que suele ser--aunque nunca lo hayamos puesto desnudo sobre el tapete--sobre los temas de compasión y altruismo que necesita la sociedad para mantener su homeostasis social. Y por esa razón creo que se debe limitar la acción de la diosa eficacia. Mi opinión es que esa limitación debería rondar entre los derechos sociales que se tienen en España (excesivos en muchos casos y poco regularizados--estoy hablando del PER, de otorgar salarios mínimos a quien no muestra ningún ánimo de querer trabajar, etc--) y los derechos en Norteamérica, muchos más restringidos, aunque con la carga de la discriminación positiva de los afroamericanos, que, por otra parte, como pasa aquí con Andalucía y Extremadura, produce el efecto contrario al que pretende, es decir, genera más paro en ellos.
      Saludos

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    2. Fernando, si estuviésemos de acuerdo al 100% sería cosa de hacérselo mirar, JA, JA, JA.

      Respecto a la compasión y el altruismo son palabras que me dan miedo cuando se aplica fuera del ámbito personal.

      En general, esto significa que los políticos deciden ser generosos con algunos elegidos, empleando el dinero que previamente le han sustraído al resto y, encima, rara vez mejoran la situación de los beneficiados.

      Yo pienso que la sociedad debe ayudar, y mucho, a los que no pueden valerse por sí mismos, pero al resto de necesitados, tendría que exigirles a cambio de la ayuda, algún esfuerzo encaminado a salir de la situación en la que se encuentran o se han metido.

      Yo creo que la mejor forma de ayudarle a la gente y a los países es exigirles que se esfuercen, que trabajen para mejorar su situación, facilitándole, eso sí, los medios adecuados (básicamente educación).

      Todo lo demás es salirse de madre, aunque dada la superabundancia en la que vivimos, nos podemos permitir muchos dispendios, lo que no significa que eso sea positivo.

      Esto es la teoría. En la práctica la extorsión permanente de grupos organizados, obliga a los políticos a hacer, no lo que creen mejor, sino lo que les dejan.

      Si yo fuera Rajoy (Dios no lo permita), posiblemente haría lo mismo que él, para no liarla más aún, porque con esta tropa, hay pocas batallas que se puedan ganar.

      Saludos.

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  19. Hola Yack, a mi modo de ver tu último párrafo contesta en cierta manera a la pregunta de tu primer párrafo: “¿por qué no se puede aceptar el capitalismo liberal si ha demostrado ser lo que mejor funciona?”
    Es decir, el capitalismo liberal, que ciertamente ha funcionado mejor que el comunismo hasta la fecha, si bien teóricamente tal y como lo expuso Adam Smith es válido, en la práctica se ha demostrado que no es perfecto precisamente porque vivimos en una sociedad basada en el egoísmo tal y como comentas. Entonces como no es perfecto hay que tratar de evolucionarlo, porque la obligación de nuestra sociedad es caminar en dirección hacia la perfección, aunque esta nunca tenga lugar. Esa evolución, reitero porque a Fernando en su comentario me ha parecido que no ha comprendido bien mi argumentación, no debe ser conducida por su opuesto el comunismo, sino más bien por un control único que evite los abusos flagrantes que suceden de los poderosos frente a los que no se hallan en una posición no tan ventajosa. Poderoso y ricos sí, pero abusos que conlleven a que la clase media desaparezca, no.
    Voy a tratar de ser más gráfico en mi argumentación ya que con la tecla no me considero un virtuoso, mediante dos ejemplos:
    1.- Bill Gates, si ve un billete de 200 euros tirado en la calle, no necesita prestarle mucha atención molestándose en agacharse para cogerlo, porque en el tiempo que transcurre en ese movimiento, el ya ha recaudado más dinero. Sí, siempre se puede argumentar que se agacharía para cogerlo y así tener más dinero. Efectivamente. El ansia no tiene límite en nuestra especie.
    Ahora otro ejemplo, este menos guasón y mucho más crudo.
    2.- las 100 mayores riquezas de este mundo, poseen más dinero juntos que todo el continente africano. Se puede decir que esto es demagogia, pero a mi sin embargo lo que me parece llanamente es definir la realidad tal y como es.
    Así que con estos ejemplos gráficos, respondo a tu comentario siguiente: “Puede parecer cruel, pero a la larga beneficia a la especie o a la sociedad, según qué caso. Creo que la justifica suprema se llama eficiencia.”
    No estoy de acuerdo, salen beneficiados unos pocos en detrimento de unos muchos. Pienso que la calidad de vida de la humanidad en su conjunto, puede mejorar significativamente con una distribución más justa y proporcional que la actual. Y subrayo lo de proporcional, para diferenciarlo de igualitaria que sería el comunismo y no es lo que yo argumento.
    Respecto al otro debate que inicias: “En cuanto a tu pregunta, piensa que la democracia es el gobierno de los estúpidos (los electores), gestionados por otros un poco menos estúpidos (los políticos).
    El hecho de que una mayoría de estúpidos opinen algo no significa que ese algo sea bueno para ellos“, tampoco lo comparto plenamente.
    En primer lugar la realidad no es así, ya que quien gobierna desgraciadamente, no tiene acreditado un mayor conocimiento en las materias. La elección de los políticos, y lo que es peor, de sus asesores es discrecional, no habiendo ningún tipo de examen, oposición o similar que demuestre que ellos son más expertos que la población. Así que mientras no se demuestre lo contrario, mi opinión como ciudadano la considero igual de válida que la de un asesor político del gobierno.
    Además, no creo que la propuesta de tope salarial que he expuesto, sea una medida que de algún modo condicione el bienestar futuro o mayor ineficiencia. Es cierto que toda novedad presenta una incertidumbre inherente, pero analizando los riesgos de llevar a cabo la propuesta, el mayor peligro sería que los empresarios que no estuviesen a favor de la misma, tratasen de marcharse a otros lugares. En ese caso. yo les abro la puerta encantado, porque demostrarían que son gente avariciosa con la que no se puede contar y que precisamente son los que ponen rumbo a la sociedad hacia la desigualdad extrema a la que nos encaminamos. Desde luego, se van libremente, pero su negocio en España lo pierden. Ya vendrán otros seguramente con mejor voluntad para ocupar su lugar.

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    1. Mirado desde la óptima de la compasión, no me parece malo tu discurso, pero desde la óptica económica sería un absoluto fracaso que nos llevaría en poco a la miseria más absoluta. Si los empresarios se van, dejan de crear riqueza, no habrá-en contra de lo que tú dices-otros con mejor voluntad que vengan a ocupar su lugar. No hay voluntad que valga, sino interés en conseguir riquezas.
      Pero lo que no pareces darte cuenta es que la fortuna de Gates no la deerrocha, sino que la invierte en generar riqueza para todos. No es que tenga su capital en el banco, sino que su capital está en potencia repartido entre sus empresas que generan trabajo y riqueza para todos. Quitársela y repartirla entre sus trabajadores, a modo de cooperativa, por ejemplo, traería en pocos años la bancarrota de Microsoft y el paro para ellos.
      Claro que tendría que haber medios de control más eficaz, pero esto es una cuestión política, y a fin de cuentas, ¿quién controlaría al controlador?
      Lo que sí debería de hacerse es evitar que las grandes corporaciones tengan más poder que los gobiernos, es decir, sostener el papel de los políticos como controladores y ejercer sobre estos un buen control democrático, lo cual es también complicado. Pero el que existan millonarios no solo es bueno para ellos sino para toda la comunidad, pues la creación que ellos producen la que sirve para sostenerla.
      Saludos

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    2. Como ya dije, la mayor justicia se llama eficiencia.

      La justicia que es sinónimo de ”repartir” va en contra de la eficiencia y por tanto de la autentica justicia, que sería conseguir el mayor nivel de satisfacción global.

      El problema de África no es de dinero, sino de cultura. El pensamiento de los africanos está en el paleolítico, en el vudú, en el animismo, en la magia, en el sincretismo y en una visión general de la realidad, primitiva.

      Lo que esta gente necesita es salvar el gap cultural que los separa de Occidente y eso no se arregla solo con dinero, que posiblemente inviertan en limpiezas étnicas a machetazos o a tiro limpio.

      El mayor favor que se les puede hacer es dejar que esos ricachones que tú mencionas inviertan en territorio africano para crear fábricas de bajo costo de producción.

      Una vez más el egoísmo es la gran solución. Pero hay que poner un control al egoísmo para que sea efectivo socialmente y a ese control se le llama ley, que en los países avanzados, es universal y no discrimina entre ricos y pobres (estoy simplificando para ser claro).

      Respecto a los políticos, pienso que en términos estadísticos, al ser profesionales del manejo de masas iletradas, tendrán mejor preparación y más intuición que el ciudadano de a pie, que entenderá de lo suyo, pero poco o nada de política.

      Cuando los políticos llegan al poder dejan atrás la demagogia, porque se enfrentan con la realidad, y las cifras cantan. Entonces, temerosos de perder sus privilegios, se ven obligados a recurrir a los expertos auténticos, que les informan de las alternativas reales y de sus consecuencias.

      Por último el político (véase Chipras) recula, aunque haciéndolo sin que se note mucho, sin perder el gesto de seguridad en sus convicciones, aunque estas hayan cambiado radicalmente. Pero la masa no atiende a esas sutilezas ideológicas y sigue aclamándolo, aún defendiendo lo contrario de lo que había prometido.

      Saludos.

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  20. Fernando, me sorprende tu análisis, porque he leído tus otras entradas y me han parecido cabales y sensatas. De hecho, me he animado a escribir en este blog porque tanto la entrada de Yack como tus comentarios al respecto me han parecido interesantes y bien hilados. En algunas de las ideas disiento, más en los de Yack que en las tuyas, pero desde luego que me ha gustado leeros a los dos.
    Sin embargo en tu última contestación creo que categorizas demasiado tu argumento con términos como “absoluto fracaso”. Como si tuvieses una bola de cristal y supieses de antemano que nos depararía el futuro. Lo cierto, es que esa medida nunca se ha aplicado anteriormente y lo que ocurriría es complejo de adivinar. Desde luego que puedes disentir y pronosticar, para eso estamos para aprender unos de otros, pero no aseverar que conoces la verdad final y última.
    Además insistes en que no me doy cuenta que el interés es conseguir riquezas o repartir riqueza a modo de cooperativa, cuando creo que he intentado dejar claro que no es eso la propuesta. He hablado, ya en dos ocasiones, de dejar una “X” lo suficientemente grande para que no tenga lugar esas cuestiones. Por supuesto que tiene que haber millonarios.

    Indiqué en mi primer comentario, que la propuesta no es mía. Ojalá lo fuera, porque me parece simple e inteligente, pero no lo es. Es de un prestigioso economista y lo matizo porque cuando alguien importante dice algo siempre parece mucho más verídico y a tener en cuenta que si lo dice alguien anónimo como yo. Cuestiones de reputación supongo, y también algo de injusticia.
    Considero que me he focalizado tanto en la propuesta (el árbol) que no he dejado ver el objetivo que me parece deseable (el bosque). Para mí el bosque es que la clase media está poco a poco desapareciendo en España y prueba de ello es que el porcentaje de ricos ha crecido sustancialmente durante el periodo de crisis. Esto es muy fuerte así que lo vuelvo a repetir en una frase aislada para que cale más profundo:
    El porcentaje de ricos en España ha crecido sustancialmente durante este periodo de crisis.
    Si no ves esto como un problema y tener como objetivo tratar de que la clase media siga imperando entonces nuestros análisis son completamente contradictorios y difícilmente llegaremos a un consenso. En cambio, si el problema es el árbol (mi argumentación concreta de cómo hacerle frente al verdadero problema) entonces podemos hacer camino juntos.
    La propuesta que estamos debatiendo me gusta porque va encaminada a contrarrestar esta dinámica y por eso la menciono. Desde luego, que habría que afinarla antes de hacerla efectiva, yo hablo a bote pronto a partir de una idea sacada de una entrevista en la televisión. Y eso, efectivamente es demasiado poco análisis.
    Saludos

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    1. Bueno, no es que yo crea estar en posesión de la verdad absoluta, es que todas las políticas socialistas han terminado en fracaso.
      Estoy muy de acuerdo contigo en que es muy importante la existencia de las clases medias para la homeostasis social, y que cuando, como ahora, las clases medias bajan de su cotización social para convertirse en muchos casos en clases bajas, esa homeostasis se destruye porque tienden a aliarse esas dos clases --siquiera tácticamente-- y pueden llevar al país al desastre siguiendo el modelo venezolano (cuando las clases medias se dan cuenta del peligro, ya es tarde), pero el problema no lo veo yo tanto en que haya más millonarios (que en parte lo es) como en que las clases medias cargan con el despilfarro de una carga inmensa de derechos de gente que se ha hecho perezosa porque le sale muy beneficioso, y sobre la concesión de esos derechos no se ejerce control de ningún tipo. Dicho más claramente: en España está el colectivo de gitanos con todos los derechos y con una tasa ínfima de empleo; está el PER, están las cantidades multimillonarias que subvencionan al desastroso mundo del cine español; aquí tenemos a miles de emigrantes magrebíes que viven en Marruecos y vienen a primeros de mes a cobrar subsidios para ellos y sus hijos y su mujer, y se marchan cargados de medicinas a su país, etc etc. Y esa carga de derechos es la que hunde en gran medida a las clases medias.
      Saludos

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  21. Dices "El porcentaje de ricos en España ha crecido sustancialmente durante este periodo de crisis." y yo te digo, medio en broma medio en serio, que me parece una noticia fantástica que miembros de la clase media se conviertan en ricos.

    Ojalá y toda la clase media pasase a ser la clase adinerada.

    En realidad, vivimos mejor que los reyes del siglo xix y el confort no se mide sólo en dinero, sino en recursos tecnológicos que usamos casi sin darnos cuentas (móviles, tv, ordenadores, internet, medicina, alimentos, etc.).

    El problema de la lucha de clases y la solución del reparto equitativo de manzanas nunca fue real, sino una alucinación peligrosa de visionarios descarriados.

    Si se ha incrementado el número de pobres en España, se debe a que estamos atravesando una crisis económica mundial que genera paro masivo y esa sí es una causa importante del aumento de la pobreza.

    Pero la solución no es repartir, transfiriendo recursos de la inversión productiva (mediante impuestos sobre la productividad) hacia los parados o los trabajadores con menos recursos.

    La solución pasa por liberalizar la economía y dejar que el sistema productivo se optimice espontáneamente, facilitando la creación de riqueza y la reactivación del círculo virtuoso de más trabajo, más riqueza, mejores salarios, menos deuda.

    Saludos.

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  22. La esencia que se parece olvidar hoy en día es que los derechos se deben de pagar con obligaciones. Pero esta reciprocidad no está bien vista entre los que creen que por haber nacido ya tienen todos los derechos del mundo. ¡Y además los exigen con odio, insultos y amenazas!
    Un saludo

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  23. Yack, espero que tu comentario relativo al crecimiento de porcentaje de ricos en la época de crisis tenga más de broma que de seriedad. Tú que demuestras ser una persona inteligente (te he leído sobre temas diversos y tú lectura resulta agradable) pienso que te haces una idea del número de personas que antes de la crisis ahora han pasado a ser “pobres” para nivelar el aumento de ricos.
    Aún hay más respecto a esto. La frase que enfaticé antes: “El porcentaje de ricos en España ha crecido sustancialmente durante este periodo de crisis” presenta una segunda parte que antes no he expuesto pero ahora si lo voy a hacer:
    Los “ricos” de España han aumentado considerablemente su riqueza durante esta época de crisis.
    Me gustaría saber tu opinión Yack sobre esta última frase. A ver cómo encaja con tu filosofía económica que estás proponiendo de no entrometerse en absoluto en lo que el mercado dicta.
    Por último Yack creo que ya hemos debatido el porqué tu modelo de liberalizar la economía presenta deficiencias y no es perfecto. Es porque vivimos en una sociedad basada en egoísmo (palabras extraídas de tu pluma) que impiden que ese modelo funcione igual en la realidad que como expresa su teoría.
    “Fernando, en otro comentario tuyo, me indicaste con rotundidad lo siguiente: “Si los empresarios se van, dejan de crear riqueza, no habrá-en contra de lo que tú dices-otros con mejor voluntad que vengan a ocupar su lugar”.

    Yo, sin embargo, no lo tengo tan claro. Soy un asalariado y me considero de tipo medio. Trato de ponerme en la tesitura de poder estar en un puesto de alto directivo en una empresa en la que seguro voy a ganar mucho más (he dicho ya con esta, creo que cuatro veces que la X propuesta es grande, y prometo no machacaros más con esto a no ser que me volváis a dar motivos para ello) y aunque soy un poco conservador y poco arriesgado me costaría mucho decir que no. Mi sentido común me dice que otras muchas (pero muchas) personas similares a mi caso actuarían de modo similar.
    Por otro lado, me congratula que estemos de acuerdo en que la clase media es pieza esencial en nuestra sociedad. Me ha parecido entenderte que tus medidas para evitar su progresiva desaparición van más encaminadas hacia quitar derechos a la gente, porque consideras que hay mucho fraude y hace la gente perezosa. Estoy en parte de acuerdo, pero creo que en ese sentido ya habéis debatido antes bastante Yack y tú. ¿Algunas de vuestras propuestas como la de reingresar lo percibido por paro me han parecido cuanto menos interesantes para su estudio. Con todo, pienso que en este terreno hay que actuar con extrema cautela. El motivo es porque hay gente que verdaderamente sí la puede necesitar y depender de ella. Por poner un símil un poco más extremo, es como cuando tienes que decidir si alguien va a la cárcel por mucho tiempo. Hay que estar muy seguro de ello, y ante un atisbo de duda, quizá lo más sensato sea dejarlo en libertad. Con las ayudas sociales pasa un poco eso, algunos se cuelan a costa de ayudar a gente verdaderamente necesitada.
    Yack, respecto a tu entrada que empiezas hablando de Africa, y algunas otras, todavía no he podido leerlas. Soy dos contra uno y me está costando seguir el ritmo. ¡A ver si se pasa un cuarto por aquí y me apoya un poquito para equilibrar!

    Saludos

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  24. Yack, en nuestro dialogo hay dos rumbos posibles:
    1.- Convertirlo en una guerra dialéctica, donde el objetivo no sea buscar soluciones a los problemas planteados sino más bien derrotar al oponente a toda costa aún a riesgo de defender posiciones no ciertas a priori.
    2.- Tratar de reconocer que la vida no es blanco y negro. Predominan las gamas de grises. Tener el horizonte puesto en búsqueda de las mejores soluciones admitiendo las deficiencias de nuestros pensamientos e incorporando las buenas ideas de cada uno.
    Si nuestro deseo es filosofar guiado por el segundo de los rumbos, debemos ser más honestos (ambos) en nuestros planteamientos y creo que no tan radicales.
    En mi caso, por ejemplo, he de reconocer que cuando expongo la propuesta central de “tope salarial” voy por senderos desconocidos y debo prestar atención a vuestras réplicas para ir construyendo soluciones a los problemas que atraviesa la clase media de un modo más sólido.
    En tu caso (reitero que tu modelo liberal con la mente puesta en el empleo me parece bueno para salir de la crisis pero considero que no perfecto y si mejorable) mi sensación es que has de ser más honesto en tus planteamientos evitando no omitir hechos aún a sabiendas que pueden ir en contra de tu modelo). Te pongo dos ejemplos, donde me ha parecido que ocultas realidades:
    • Cuando hablas del problema de África, hechas toda la culpa de su situación a su cultura.
    Pienso que llevas razón en que su cultura con su magia y sus peleas tribales entre otras cosas, contribuyen en gran medida a su lastimosa situación económica. Sin embargo omites el continuo saqueo a la que África se ha visto sometido históricamente, y que todavía perdura, de sus materias primas que como creo que sabes es su fuente principal para prosperar económicamente. Como este argumento, en el que impera la ley del más fuerte sin misericordia ante el débil, no encaja bien con tu teoría liberal, entonces ni siquiera lo mencionas.
    • Dices que ahora vivimos mejor que reyes del siglo XIX. Que tenemos mucho confort y enormes recursos tecnológicos.
    Nuevamente, es cierto lo que expones. Estaría bueno que con los avances científicos que habido esto no fuera así. Pero es un error caer en la autocomplacencia y debemos ser exigentes con nosotros mismos porque hay mucho que mejorar. Además, te voy a mostrar el reverso de la moneda que tú has ocultado:
    Como realmente viven ahora muchos de los españoles es con sus padres hasta casi cumplir los cuarenta. No creo que esto se deba a que queramos exprimir a nuestros mayores hasta la última de sus arrugas, sino porque con los precios de las viviendas y nuestros salarios mileuristas (algunos incluso menos) no tenemos la mayoría de las veces otra alternativa.
    Demos gracias a las pensiones de los jubilados, porque hay familias enteras que viven de ellas. Esto último lo añado como corolario para Fernando, que afirma de modo categórico que todas las medidas sociales son un fracaso.
    Respecto a los políticos, tu teoría no me resulta válida. Aún admitiendo que puedan tener más retórica (que es lo que pregonas y está por demostrar), ésta no sirve para tomar mejores decisiones y menos si cabe en cuestiones económicas. Las mejores decisiones sólo son más probables bajo el paraguas del conocimiento.

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  25. Daniel, no quiero estresarte con más texto, así que tómatelo con toda la parsimonia que quieras.

    El modelo que tú manejas sobre la economía está muy generalizado y consiste en creer que lo que se quedan los ricos se lo quitan a los pobres, y que si crece el porcentaje de ricos o la fortuna de estos, es a costa de la reducción que han sufrido las clases medias y más desfavorecidas.

    En mi opinión, el dinero no es una riqueza en sí mismo, como puede ser una manzana o un automóvil. Si el dinero fuese un bien de consumo en sí mismo, tal vez tendrías razón en tu planteamiento, pero no es el caso.

    ¿Qué es el dinero? Esa es la cuestión primordial si queremos llegar a un consenso sobre este asunto.

    Tomemos un país ideal, autosuficiente, donde existe una serie de recursos (petróleo, fábricas, personas con conocimientos técnicos, manzanas, cobre, aluminio, madera, etc.).

    La cuestión es: ¿cómo organizamos todos esos recursos dispersos, para atender a las necesidades de consumo de la población (comida, televisores, zapatos, lápices, cine, circos, limpieza, escobas, construcción de puentes y carreteras, etc.)?

    Esta tarea es tan compleja y ardua que nadie podría planificarla porque se requiere una ingente cantidad de información general e individual sobre disponibilidades y necesidades en tiempo real y eso sólo Dios podría hacerlo y no parece que esté por la labor.

    Pues bien, el hecho insólito que mucha gente desconoce, es que la economía libre de mercado, de manera descentralizada, consigue el prodigio, sin que nadie tenga que tomar decisiones generales que estarían por encima de su capacidad y de su inteligencia.

    El egoísmo genético con la ayuda de algunas adaptaciones específicas (como el dinero) se encarga de organizarlo todo.

    El dinero es el MANEJADOR universal de los recursos. Quien tiene dinero, puede elegir cómo se van a utilizar los recursos disponibles para satisfacer las necesidades de los individuos.

    Si eres pobre, te limitas a gestionar tu propio consumo. Me compro un pan y una lata de mortadela y asunto arreglado. No hay que pensar mucho si eres pobre. El estómago te dice lo que tienes que hacer con tu dinero, es decir, qué tipos de recursos se invertirán en satisfacer una necesidad perentoria como es la alimentación.

    Ahora consideremos el caso de los ricos, que acaparan gran cantidad de dinero, mucho más del que pueden dedicar a su consumo personal. Una ínfima parte de su capital la dedican a su consumo personal, y la otra a ganar más dinero (por puro y bendito egoísmo), aplicando grandes partidas monetarias en movilizar recursos de un sitio a otro.

    A lo mejor un ricachón decide que su dinero debería invertirse en hacer una película porque cree que será ahí donde va a obtener mayor beneficio.

    Entonces utiliza su dinero en movilizar una serie de recursos complejos (guionistas, actores, cámaras, distribuidoras, etc.) para crear un producto que cabe en un pendrive y que se puede duplicar sin costo alguno.

    ¿Es esta una buena decisión? ¿Hubiera sido mejor construir una fábrica de cerveza o un lavadero de coches?

    Saber decidir qué es lo que demanda la sociedad equivale a obtener rentabilidad, a no convertir tu decisión en un fracaso.

    Y si el ricachón fracasa, perderá todo el dinero que invirtió y con él su capacidad de tomar decisiones sobre qué hacer con los recursos disponibles en el país.

    Si por el contrario, acierta, ganará mucho dinero y aumentará su capacidad para tomar decisiones de inversión, para movilizar recursos en una determinada dirección con vistas a crear riqueza del tipo que la sociedad necesita o demanda en cada momento.
    continua...

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  26. ...continua...

    Saber decidir en qué invertir recursos y gestionar inteligentemente todo el proceso y conseguir un resultado, al menos, tan bueno como la competencia del sector, es todo un logro.

    ¿Y quién es capaz de hacer todo eso con éxito? ¿quién es capaz de decidir qué recursos y en qué cantidad deben sacrificarse en aras de un determinado proyecto?

    Pues el malvado, egoísta e insaciable empresario, cuya capacidad demostrada dependerá de la cantidad de dinero que ha conseguido acaparar durante su vida.

    Es decir, que el certificado de capacidad para gestionar los recursos libres de que dispone una sociedad, no lo extiende una universidad, sino que lo concede la cantidad de dinero acumulada, siempre que este dinero se haya conseguido honestamente y no atracando bancos o estafando a la gente.

    ¿Hay algo más simple, hermoso y eficaz? ¡Tanto tienes, tanto vales!

    Entonces, según esto, yo no me preocuparía por el número de millonarios de un país ni por las fortunas que manejan. Me asustaría mucho si desaparecieran los millonarios y creo que cualquier política que tenga como finalidad esquilmarlos, con el noble afán de distribuir su riqueza, es catastrófica para todos, incluso para los proletarios, aunque ellos no puedan entenderlo cegados por el rencor, la envidia y la demagogia autocomplaciente que explota ambos sentimientos primarios.

    Y por último, el hecho de que la crisis haya generado más pobres se debe al paro, que ha reducido el número de personas que producen bienes y servicios, porque no hay suficientes millonarios que inviertan en estructuras productivas donde estas criaturas puedan trabajar y ganarse el pan.

    Y si esto ha ocurrido así, es porque las expectativas de beneficio y de consumo se han contraído bruscamente por razón del temor a que una lejana crisis económica, desatada allende los océanos, se transfiriera (como así ha sido) a nuestro país, por simple contagio psicológico.

    Para mí, el hecho de que aumenten los millonarios y sus fortunas durante la crisis (en el supuesto de que fuese verdad), es una gran noticia y no la causa del problema.

    Saludos.

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  27. A Danielpor la referencia que haces en tu último comentario, y a bote pronto que no tengo ahora tiempo: yo no he dicho que las medidas sociales sean todas un fracaso, al contrario, con su8s límites, soy muy partidario de ellas. A quien achaqué un fracaso fue al socialismo con sus políticas igualitaristas, de negar el mérito como factor primero en la distribución de riqueza, reprimiendo el factor emprendedor de los más capaces, así como promoviendo un sentido de la justicia en que todo han de ser derechos sin obligaciones, lo que conduce inevitablemente al desastre. Y esta es la máxima de muchos: "todos iguales aunque sea en la miseria". Tal máxima la produce el resentimiento.
    Un saludo

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  28. Yack, tu teoría, modelo o como lo deseemos llamar aunque bien hilado se contradice.
    Dices: “Y por último, el hecho de que la crisis haya generado más pobres se debe al paro, que ha reducido el número de personas que producen bienes y servicios, porque no hay suficientes millonarios que inviertan en estructuras productivas donde estas criaturas puedan trabajar y ganarse el pan. “
    Destacas que no hay suficientes millonarios cuando acabamos de argumentar que el número de millonarios ha crecido en estos últimos tiempos y sus fortunas también, Yack. ¿Por qué hay más pobres entonces? Los ricos tienen los bolsillos llenos y según tú razonamiento deberían estar ansiosos de invertir y poco miedo deberían tener. ¿No será más bien, que los ricos están aprovechando este periodo de crisis para bajar aún más los salarios a sus subordinadas para de ese modo acrecentar aún más si cabe su fortuna? Sí, sé que me vas a responder que tienen miedo por la crisis y por eso no invierten… Pero esa argumentación flojea por los cuatro costados y mientras tanto se enriquecen y la clase media se empobrece.
    También comentas que el modelo mío es muy generalizado y planteas que le falta elaboración añadiendo más complejidad al asunto explicando lo que significa el dinero realmente.
    Yack, el modelo que llamas “mío” obviamente no es “mío”, como ya he explicitado anteriormente, sino elaborado por prestigiosos económicos que entiendo sabrán algo acerca de lo que significa el dinero. Ese modelo que defiendo se puede llamar distribución proporcional de la riqueza. Básicamente su tesis es que el modelo capitalista que teóricamente funciona muy bien, porque realmente produce incentivos a las personas (que es como realmente sacan lo mejor de sí mismos) no es perfecto, debido al egoísmo intrínseco al ser humano que provoca exceso de desigualdad. De ese modo, hay que controlar de vez en cuando monopolios producidos por el libre mercado que perjudican claramente a la sociedad y al consumidor en particular. El modelo propuesto, no pretende eliminar lo beneficioso del libre mercado, sino extraer lo perjudicial. Por ello, su objetivo es que siga habiendo ricos, pero que eso no signifique una disminución drástica de la clase media polarizándose en exceso hacia un modelo de ricos y pobres.
    Mira Yack, Si España fuera un país que generase una inmensa riqueza, tu modelo liberal “puro” podría incluso valer porque en vez de ricos y pobres quizá hubiese ricos y clase media.
    El caso es que nuestro país produce lo que produce, y a día de hoy es limitado. De hecho el sector del turismo es la que nos está salvando de una debacle mucho mayor con cifras espectaculares. Comparto con Fernando, que la globalización ha perjudicado, económicamente hablando, a España con países como China compitiendo en sectores en los que España era hegemónica a precios inigualables. Como la riqueza de nuestro país es limitada, el dinero es el que es, y ahora mismo todavía hay para todos de sobra (con diferencias en su distribución incluidas), pero sí se empiezan a producirse excesos en los repartos y se genera esa inercia, la cosa empieza a peligrar.
    Es un hecho indiscutible que determinados países (como bastantes de Sudamérica) presentan una clase media muy deteriorada, con una estructura acentuadísima de ricos y pobres. No hace falta insistir que ese no es el modelo a seguir. Obviamente España está lejos de llegar a esa situación (la clase media todavía impera) pero esta crisis nos ha posicionado un poco en ese rumbo y hay que corregirlo ahora que se está a tiempo.

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    1. Daniel, debes interpretar cada frase dentro del contexto y no con afán de encontrar hipotéticas contradicciones.

      Para empezar, eso de que la crisis ha incrementado el número de ricos y el dinero que manejan, es tan discutible que no voy a entrar a discutirlo y lo he dado por bueno porque para mí eso no es una explicación de por qué hay más pobres.

      Lo que he querido decir, en eso que tu consideras una contradicción, es que no hay ricos que inviertan su dinero en procesos productivos y por eso hay paro.

      Pero obviamente, la razón de que no inviertan su dinero es porque no creen que vayan a obtener beneficios. No es una cuestión de cantidad de millonarios sino de expectativas de beneficio.

      Los ricos, lo son porque tienen buen olfato para saber si la sociedad demanda inversiones y aquí, en España, huele a chamusquina, debido a la conjunción de factores tales como sindicatos marxistas, una legislación laboral proteccionista y anquilosada, las creencias decimonónicas de la población más ilustrada, etc.

      La razón de la pobreza en este país es el paro, y la razón del paro son las escasas expectativas de consumo, y la razón de las escasas expectativas de consumo se debe a algo que ocurrió en EEUU y que ya he explicado varias veces en esta entrada.

      Y eso de que la riqueza de nuestro país es limitada es volver al teorema de las manzanas. Aquí hay pocas manzanas y lo más que podemos aspirar es a repartirlas mejor. Pues no. Muchos países han demostrado que en las condiciones más adversas se puede generar cantidades ilimitadas de riqueza con sólo utilizar la materia gris del cerebro.

      Y las propuestas que yo he hecho son, según mi opinión, las que permitirían optimizar la economía española y acabar con todos los problemas económicos que nos aquejan.

      Confiar en el reparto e incluso en repartir lo que no se tiene, endeudándonos hasta más allá del límite aceptable, no es la solución, sino el camino hacia el infierno, la solución zetapeteriana en suma.

      Saludos.

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  29. Fernando, no te preocupes porque no voy a entrar en juego de palabras para tratar de detectar incoherencias absurdas y rebuscadas o cuestiones de esa índole. Lo importante es el fondo que defendemos cada uno de nosotros, y de tus últimas palabras no extraigo incompatibilidades con lo que yo vengo diciendo. Es decir, en mi propuesta en absoluto se niega el mérito como factor primero de distribución de riqueza, ni se reprime el factor emprendedor. Simplemente busca poner coto a abusos flagrantes que pueden tener lugar por quien detenta el poder con el objetivo en mente (que tú también apoyas) de no perjudicar a la clase media.
    Nuestros argumentos sólo difieren en que mientras tú te centras mucho más en proteger a la clase media tratando de evitar el despilfarro de derechos de la gente (postura que también defiendo con los matices que ya te he señalado), mis argumentos pretenden también poner el punto de mira en los “ricos”, para que no cometan atrocidades como las que hacen en bastantes ocasiones con sus asalariados.

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    1. Mira Daniel, quizás las propuestas que dices suenen a justicieras (y hay que tener en cuenta que la justicia la fabrica la moral imperante), y es cierto que debería haber un control antimonopolio más efectivo y un control global de los capitales que se mueven por el mundo, todo ello en aras de la mejor producción de riquezas, porque cuando se producen estas lo son para todos, pero no te das cuenta de varias cuestiones:
      1.-El modelo que propones de obstáculos a la libre empresa es el que está implantado en Argentina y el que estaba en Grecia, y ya ves los resultados.
      2.-En el actual mundo globalizado, el país que intente poner trabas a la libre empresa está condenado porque el capital marcha rápidamente a otro país.
      3.-Los derechos sociales de los años de bonanza económica no pueden mantenerse cuando la bonanza cesa, pues son un gasto inmenso, y si les quiere mantener, es a costa de esquilmar a las clases medias y a los beneficios de las empresas, con lo cual se entra en el bucle que hace que las empresas marchen.
      4.-políticos metidos en empresas públicas y semipúblicas, sindicalistas, profesiones y empresas altamente subvencionadas, PER, y población que no quiere trabajar a menos que le ofrezcan el oro y el moro, suman más de 2 millones de personas según los cálculos más optimistas. Eso si es una causa de empobrecimiento de la que no se habla.

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  30. Hola Yack,

    Con este comentario acaba mi andadura en este interesante tema de la crisis económica. Considero que ya empezamos a repetirnos un poco todos aportando escaso valor añadido a lo ya expuesto anteriormente. Seguro que me dan ganas de responder, si vuelves a replicar, pues sigo creyendo que tu modelo es excesivamente radical y mejorable, pero en algún momento hay que terminar.
    Por supuesto que el objetivo final debe ser generar más riqueza, Yack. Eso es una obviedad. Aún así sería un acto de irresponsabilidad no afrontar la realidad vigente. España es un país con gran riqueza pero no lo suficiente como para que los ricos se aprovechen en exceso de la clase media empobreciéndola. Y sí, es lo que está pasando en cierto modo. Los salarios de los trabajadores han disminuido ostensiblemente cuando no ha ocurrido el equivalente con los grandes sueldos. Si no quieres admitir que tanto el número de ricos como el dinero que manejan han incrementado (como pareces insinuar) no seré yo el que te convenza.
    Fernando pone en tela de juicio al sistema por no ofrecer incentivos suficientes para trabajar. Me parece razonable aunque no siempre real, mucha gente quiere trabajar y no encuentra. Hay más culpables de la crisis claro está.
    El comportamiento de los millonarios en esta época de crisis según deduzco de vuestras palabras, o del poco apoyo que he recibido en esta cuestión, para vosotros es intachable e inmaculado. Vuestro lema es no hay nada que cambiar en este sentido. Estoy muy lejos de vuestro pensamiento y sí creo haber respuestas frente al empobrecimiento de la clase media en las que los ricos participen sin que sea una merma de su condición. La clase media es fundamental para el consumo que según tu modelo es una de las claves para que no haya tanto paro y se reactive la economía.
    Yack, te felicito por tu blog! Lo he encontrado instructivo. Seguiré leyéndolo y si tengo oportunidad de aportar algo, participaré en futuros debates.

    Saludos

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  31. Daniel, yo no he dicho que el comportamiento de los ricos sea intachable o inmaculado. Simplemente digo que los ricos hacen, y deben hace, lo que todos hacemos: dejarnos llevar por el egoísmo.

    Y la única limitación a ese egoísmo individual son las leyes, cuya función es la de castigar social y penalmente las conductas que se consideran nocivas.

    Lo que no estoy de acuerdo es en que se considere "nociva" la acumulación de riqueza, dentro de la ley.

    Existe un mecanismo, del que ya he hablado, y que se llama impuestos indirectos sobre el consumo, tasados en función del lujo que conlleva, que castigan y restringe el consumo suntuario, del tipo coches de superlujo, alhajas, viviendas sobredimensionadas, etc.

    El dinero que acumulan los ricos se utiliza para invertir en proyectos viables y requeridos por la sociedad (rentables) y lo único que tiene que hacer el gobierno es facilitar las condiciones para que los ricos se sientan inclinados a invertir, y no por generosidad o altruismo, sino por puro egoísmo, que es la fuerza que organiza y mueve al ser humano.

    Cualquier sociedad que no esté basada en el egoísmo como principio, fracasará y eso es algo que desde el adoctrinamiento judeo-cristiano resulta difícil de entender.

    Saludos.

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  32. Mira Yack, no quería volver a intervenir en este debate, pero lo voy a hacer por última vez.

    Tengo un niño pequeño y tiene mucho genio. ¿Es malo ese temperamento tan fuerte? Mi respuesta es que no necesariamente. Puede ser incluso hasta bueno si lo sabe reconducir para aplicarlo en el sentido positivo. Ese genio, le hace disponer de altas dosis de energía que puede emplear en acometer grandes objetivos. Eso sí, como no se vayan dando pautas de conducta puede ser muy perjudicial hacia su persona, tiene que aprender a controlar sus sentimientos para no ser esclavo de los mismos.

    Con el egoísmo de la sociedad considero que es algo similar el escenario. Comparto contigo que gracias a él, se progresa y se crece en términos generales mucho más, ahora bien, hay que saber guiarlo. Si se deja al libre albedrío ocurren excesos en los que las personas en el poder abusan de sus empleados.

    Siendo más explícitos, donde tú ves que el egoísmo es siempre bueno porque hace desear más y más riqueza que conlleva mayor capacidad de inversión por parte de los que se lo pueden permitir y consecuentemente más empleo, a mí, en cambio, me falta un adjetivo después de la palabra empleo, que es el siguiente: precario.

    Ese egoísmo, si no es ligeramente bien guiado, conduce a querer ampliar los márgenes de ganancia en cada una de las inversiones o transacciones al máximo. Lo que significa te doy la razón en que el rico invertirá mucho, afanado por hacer crecer su fortuna, y se crearán bastantes o incluso muchos puestos de trabajo para que tenga lugar, pero todos empleos comparten un riesgo muy probable, el de la precariedad. Vuelvo a repetir algo que ya he comentado en anteriores ocasiones, si la riqueza del país fuera vasta, inmensa, entonces no habría problema, pero me temo que no es el caso.

    Ahora sí que pongo fin a mi participación en el tema. Así que no me líes más jajaja.

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  33. Yo creo Daniel que no estamos tan lejos en nuestros planteamientos, pero no obstante trataré de puntualizar algunos matices.

    Para guiar el egoísmo individual hacia el beneficio global están las leyes, los inspectores, los tribunales, las cárceles, etc.

    No se permite, por ejemplo, que un empresario envase carne en mal estado en una lata de conservas, sino que se hacen inspecciones aleatorias que, según la gravedad de la infracción, pueden dar con los huesos del empresario en la cárcel y, como poco, desacreditar la marca y hundirla económicamente. Un caso reciente: Volkswagen.

    Respecto al empleo precario, es una cuestión de perspectiva. El empresario contrata a una persona y si esa persona trabaja bien, es confiable y productiva, no la despedirá mientras pueda evitarlo, y estará dispuesto a subirle el salario para retenerla, por puro egoísmo.

    Por otra parte, el despido libre se sustancia en un mercado laboral muy volátil que tiene sus grandes ventajas. Si tenemos un paro del 50% y la duración media de un puesto laboral es de 1 año, resulta que en 6 meses te puedes recolocar.

    Sin embargo, si suprimes el despido libre con un 50% de paro, te va a resultar prácticamente imposible encontrar trabajo, una vez que te despidan. Cada trabajador se agarrará a su puesto de trabajo como una lapa, por muy mal que le vayan las cosas en él.

    En un mercado laboral libre, habrá muchos despidos y cambios voluntarios de trabajo, pero eso contribuirá a que cada trabajador encuentre el trabajo que mejor se adapta a sus aptitudes y aspiraciones, en el que podrá desarrollar mejor su potencial y sentirse más motivado y satisfecho.

    Y por si eso fuera poco, habría mucho más trabajo para todos, y los sueldos subirían como consecuencia de la competencia entre los empresarios por conseguir buenos trabajadores.

    El salario de cada cual lo establecería el mercado y no unos sindicatos marxistas que siguen anclados en lo peor del siglo XX.

    El trabajo es sólo un contrato entre dos partes. Lo único que tiene que garantizar el Estado es que se cumplan las clausulas de ese contrato, negociadas libremente. Cuando el Estado o los sindicatos imponen esas clausulas solo se consigue que se violente y que se distorsione el mercado, creando paro, corrupción y abuso.

    Cualquier intento de violentar el mercado, solo sirve para crear problemas (escases, estraperlo, fraude, abusos, baja productividad, frustración, fraude, etc.)

    Y vigila de cerca a tu retoño porque una vez que el genio sale de la botella, no hay forma de volverlo a meter dentro. Y te lo digo por experiencia, ja, ja, ja…

    Saludos cordiales.

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